Colegio de Abogados

Con motivo de la posesión del nuevo Directorio del Colegio de Abogados de Pichincha, conviene anotar unas ideas sobre la razón de ser de estas organizaciones.

Y creo que la primera es recuperar el respeto social a la profesión de abogado, que se ha ido perdiendo.

El abogado está visto como un comerciante de la ley, que la compra y vende como si fuere una mercancía, cuando el abogado es más que un simple intermediario entre la administración de justicia y sus clientes, bastante más que un técnico de la ley que la manipula en función de intereses.

Por eso corresponde al Colegio de Abogados revitalizar la profesión, difundir el concepto de lo que significa ser abogado, en cuanto defensor de la justicia, que da testimonio de ética y probidad.

El abogado, en cuanto "profesión de profesiones", está llamado a intervenir en la creación del derecho, por intermedio de los colegios que le representan.

Quizá por que los colegios de Abogados nacen formalmente de una ley expedida por la dictadura militar en l964, si bien antes ya habían tenido cierta vida, han relegado a segundo plano una de sus funciones fundamentales: intervenir activamente en la defensa de la seguridad jurídica y los otros valores sin los cuales no se sostiene el Estado de Derecho.

Por su vinculación con la ley y la administración de justicia, los colegios deben ser los primeros centinelas del cumplimiento de las garantías ciudadanas, los primeros en oponerse al abuso del poder y los primeros en salir al paso de cualquier interferencia en la Función Judicial.

Corresponde a los colegios de Abogados colaborar en el proceso de elaboración de las leyes y presentar proyectos que tiendan a la actualización de los cuerpos legales, para que los códigos básicos respondan a las exigencias de la modernidad.

Nuestro sistema legal no está al nivel del desarrollo económico y cultural del país y lejos de ser un instrumento del desarrollo lo entorpece.

Los colegios y los abogados que lo integran están llamados a luchar contra la rutina, que lleva al conformismo con el status quo y que quita al abogado la iniciativa para promover los cambios que el régimen legal requiere, por haberse acostumbrado a lucrar en el mismo.

Confiemos que la nueva directiva del Colegio se empeñe en buscar la participación de sus miembros, una mejor colaboración con los otros colegios y una mayor presencia dentro de la sociedad, que lleven a recuperar la imagen social de la profesión.

Y para ello, por ejemplo, debería estudiarse un procedimiento para poner en evidencia y hacer públicos los errores judiciales, las sentencias que huelen a componenda y los nombramientos de jueces que respondan al juego de influencias, contribuyendo así a luchar contra la corrupción en el ámbito que atañe a los abogados.

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