Plantear actos coherentes con las convicciones parece ahora excepcional, no debería serlo. Para construir sentido de democracia estos gestos deberían ser la norma, para que la población considere que la política puede y debe ser el primer espacio de demostración ética. Sería el modo de contrarrestar la persistente pretensión de que ‘mi proyecto’, el mejor, justifica ganar o imponerse diciendo algo y haciendo por abajo otra cosa. El cinismo, en suma, debería ser vencido por la creación de una ética pública, con actos que marcan la diferencia de prácticas nada transparentes en política.
Paco Moncayo ha tenido un gesto que parece encaminarse en este sentido de la coherencia, al adherir a Ruptura de los 25, en lugar de buscar un partido que le dé más ventajas presidenciales. Ha preferido seguir sus convicciones. Argumenta que Ruptura es una organización social demócrata con la cual él se identifica. Que buena noticia para un Ecuador que ignora de partidos y tendencias ideológicas, que alguien afirme su identificación ideológica. Es un mérito.
Sin embargo, esa identificación llama la atención en relación a Ruptura, a lo mejor no es la que cuenta tener o que así se identifique ahora. Ruptura tiene la oportunidad de bien precisar su cariz ideológica. Mientras algunos de sus miembros pueden ser socialdemócratas, algo similar a las afirmaciones gubernamentales no asumidas, otros tienden hacia una imagen cercana a la democracia-cristiana. De hecho Correa puede estar en la misma situación. Pueda ser que estemos ante un momento de construcción de algo diverso; sería pertinente que Ruptura marque las diferencias o esclarezca sobre sus espacios de pertenencia.
Ante la destrucción de la ID, algún sector político podría sucederle pero con la indispensable renovación de la socialdemocracia. En Canadá, intelectuales y políticos promueven el debate para definir lo que para el XXI eso implicaría. Pocos en América Latina siguen este esfuerzo, como lo es también para las otras tendencias, en estos 30 años de grandes cambios en Ecuador y en el mundo. Todas las ideas y todos los partidos deben renovarse y es un desperdicio histórico que no lo hayan hecho previo a su reinscripción y que el principal actor, AP, no haya dado el ejemplo que se esperaba de constituir un verdadero partido.
El gesto de Moncayo dice de un sentido de responsabilidad pública al trascender el momento y optar en consecuencia. Es un ejemplo que merece seguidores, pues Ecuador requiere esto tanto para definir el presente como para construir el futuro que debería ser de estabilidad política para lo cual se requiere actores políticos con identidad. Del mismo modo que una personalidad se construye con referentes definidos, Ecuador necesita partidos y políticos con identidad para que la ciudadanía sepa a qué atenerse.