La evaluación del Gobierno en materia de desarrollo económico y justicia social presentada en el folleto de Senplades, intitulado ‘5 años de Revolución Ciudadana’, señala medias verdades, destaca logros, pero también prescinde de datos esenciales, lo cual resta seriedad a una publicación que debe ser la base para saber cómo va el país. En cuanto al crecimiento del Producto Bruto Interno, PIB, solo destaca la mejor cifra que es el 8% en 2011, pero no presenta las de los cuatro años anteriores para analizar la tendencia, mientras que para comparar la relación del ingreso entre ricos y pobres se presenta la cifra del 56% como porcentaje del mejoramiento del ingreso de los pobres en relación al de los ricos en el lapso de 5 años.
Para lograr esto, se ha contado con ingresos aproximados a los USD 100 000 millones, provenientes del petróleo y de la duplicación de la recaudación de impuestos. En una situación tan favorable, el Gobierno no ha podido hacer ninguna modifi-cación en la matriz producti-va, especialmente porque no ha habido nueva inversión ni nueva tecnología y, por consiguiente, la calidad de las exportaciones no ha mejorado. Esto lo dice la Senplades cuando señala que las exportaciones tradicionales en los cinco años se mantuvieron en un nivel del 77% y las industrializadas en el 23%.
Efectivamente, no ha habido inversión privada, ni nacional, ni extranjera, en dinámicas producciones de bienes y servicios porque no se han identificado mercados para productos con valor agregado nacional. En esta materia el gobierno de Correa debe mucho al país, ya que sin inversión no hay transferencia de nuevas tecnologías, empleos dignamente remunerados ni dina-mismo en la producción.
Hemos hecho más de lo mismo porque tampoco el sector privado ha querido emprender en nuevas producciones, aduciendo falta de seguridad jurídica, un clima hostil para el dueño del capital y, yo añadiría, poca atracción del Ecuador en cuanto a rentabilidad cierta para las inversiones. Sobre esto Senplades no dice nada.
El crecimiento se ha basado en el gasto del Gobierno, en obras de infraestructura, vivienda, en prestación de servicios financieros y comerciales, lo que ha ensanchado el mercado interno para el consumo de productos importados. Esto no está mal si fuera sostenible en el tiempo, si el país generaría una cantidad de dólares creciente y consistente para ejercer tal consumismo. Pero este tipo de crecimiento no asegura la generación de empleo productivo, pues ahora se reduce a más empleos públicos, ocupaciones temporales y aumento de la informalidad. Si no se cambia la matriz productiva para abastecer bien al consumo nacional y vender, por ejemplo, servicios de informática, productos modernos, la dinámica del crecimiento se frenará irremediablemente.