Las cifras no cuadran
Tan simple como eso es la conclusión a la que se llega luego de realizar una evaluación de los datos que proporciona el INEC sobre el empleo en el país.
Han pasado tres años exactos desde el cambio hecho en el cálculo de estos indicadores y en ese período la población urbana que quiere trabajar, en lugar de aumentar, se reduce en un poco más de 124 000 personas. ¿Es esto posible en un país que según los datos demográficos crece al 2% anual?
Cifras al canto. La encuesta dice que en junio del 2007 habían 4 575 000 personas que querían trabajar (PEA) y tres años más tarde sólo hay 4 450 000 en lugar de las 4 850 000 que corresponden al cálculo de la población incrementada 2% cada año.
Si esto es así, hay 400 000 personas que no aparecen en la encuesta y que deben estar en alguna parte: a lo mejor migraron masivamente y por eso ya no constan en la estadística nacional. Es posible que no les tomen en cuenta porque bajaron los brazos y ya no buscan trabajo. Talvez los datos demográficos no sirven. O simplemente la encuesta está mal hecha. Lo cierto es que la información trae dudas razonadas.
Ahora bien, qué pasa si incorporamos a los omitidos y recalculamos los porcentajes. Primero debemos aclarar en dónde los ponemos. Si lo hacemos como empleados plenos, alteramos una igualdad actual: la cifra del INEC señala que existen 1 791 000 empleados plenos, muy parecida a los afiliados al IESS cuyo último dato dice que son 1 754 000. Es decir, por aquí no está el problema.
Nos quedan subempleados y desempleados, y ahí ya es más difícil discernir, aunque la probabilidad mayor recae en la segunda opción, pues aquellos que algo ganan sí tienen razón para responder al cuestionario, mientras que los que no encontraron trabajo son los que se pueden prescindir o autoexcluir. Bajo este supuesto (extremo hay que señalarlo), al sumar los datos del INEC de 343 000 desempleados a los 400 000 que no asoman, llegaríamos a una cifra de desocupación muy mala del 15%, que podría ser una de las razones (no la única) del escalamiento de la violencia nacional.
De otra parte, estos 400 000 ecuatorianos a lo mejor son aquellos que ahora aparecen en las estadísticas de los beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano, debido a que en junio del 2007 habían 1 220 000 receptores y en igual mes del 2010 llegaron a 1 685 000. Es decir en tres años aumentaron 465 000 pobres. Alguien debe explicar esto.
Finalmente, es la primera vez que aprecio la cercanía o coincidencia existente al momento entre el número de trabajadores plenos, los afiliados al IESS y los pobres perceptores del bono del Estado. Es una relación dolorosa, pues demuestra que hay un trabajador afiliado por cada pobre destinatario del bono. ¿Quién puede esclarecer estas relaciones y dudas?