Tanto en el habla ‘culta’ cuanto en la jerga delincuencial, tienen varias acepciones aquello de que “nos hacen chinos” junto con los correspondientes e irregulares verbos, pero todas acaban aludiendo a que nos engañan, nos hacen víctimas de una estafa.
Y como gracias a las investigaciones de la prensa libre se pudieron conocer circunstancias relacionadas con la ejecución de la gigantesca central hidroeléctrica –una especie de obra emblemática para este Gobierno, confiada justamente a la responsabilidad de una empresa estatal china, fue inevitable preguntarse si era o no el caso de que se estuviera haciendo chinos, a decenas de trabajadores ecuatorianos, por lo que toca al decisivo tema laboral.
Además se han planteado graves inquietudes acerca de los neurálgicos asuntos del financiamiento.
Al mismo tiempo que Quito se aprestaba a elegir a su guapísima reina y abrir las fiestas de la fundación española de la urbe, las crónicas daban cuenta que “Escoltados por dos vehículos de la Policía… fueron desalojados sesenta trabajadores de ‘Sinohydro’, quienes cumplían un paro de actividades en el proyecto Coca-Codo Sinclair”.
Precisaron los informes que los obreros pertenecían al llamado Frente de trabajo Embalse Compensador, ubicado a cuatro horas de Quito, sobre el kilómetro 176 de la vía que conecta con Lago Agrio”.
De modo panorámico las noticias de prensa agregaban que la huelga se realizaba junto con otros 400 obreros pertenecientes a otros Frentes, “debido a maltratos y denuncias de insalubridad, en la constructora china Sinohydro”.
Otro dato fue que a los obreros se les llevó hasta la población de Lumbaquí donde pudieron bajar del bus, luego de que diez policías del grupo ‘Gema’ vestidos con trajes negros, chalecos antibalas, armas y fusiles, autorizaron el descenso. Uno de los desalojados reveló incertidumbre por su empleo y puntualizó que la huelga se había dado por el maltrato; la falta de medicinas; la mala comida; la falta de pago por las horas extraordinarias, entre otros problemas que se han venido registrando.
También hubo la queja de que no se ha comunicado con ellos nadie de la empresa china, ni del proyecto, ni de algún Ministerio “para solucionar nuestra situación.
Queremos trabajar con dignidad”, se recalcó.
No obstante la abundancia de noticias gubernamentales y la torrencial presencia de propaganda de radio y TV, sí ha sorprendido lo escueto de los datos oficiales en torno del tema, las versiones huidizas y la falta de una explicación satisfactoria.
¿Todo esto deberá atribuirse a la indiferencia, culpable negligencia, o a un irresponsable quemimportismo de los dignatarios estatales correspondientes?