China-EE.UU.: desarrollo estable

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Pocos estarían en desacuerdo con el hecho de que China y Estados Unidos, las dos mayores economías del mundo, podrían beneficiarse ellas mismas y beneficiar al mundo en general si encaminaran las relaciones bilaterales hacia el rumbo correcto.

El 6 de febrero, el alto diplomático chino Yang Jiechi sostuvo una conversación telefónica con el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, y señaló que el Gobierno chino implementa una política estable y coherente hacia EE.UU., y exhortó a la parte estadounidense a trabajar con China para defender el espíritu de no conflicto, no confrontación, respeto mutuo y cooperación de ganar-ganar, con el fin de impulsar el desarrollo sano y estable de las relaciones bilaterales.
En 1971, el Dr. Henry Kissinger realizó su viaje secreto a China e inició el gran proceso de poner fin al distanciamiento y de reanudar la interacción entre los dos países. Desde entonces, las relaciones entre China y E.UU. han mantenido en general una tendencia de desarrollo estable y se han convertido en una de las relaciones más importantes en el mundo.

Sin embargo, en los últimos años, algunos políticos estadounidenses se han retraído hacia el pensamiento de la Guerra Fría.

La historia ha demostrado que los intereses compartidos entre las dos partes pesan mucho más que las diferencias. En este mundo altamente conectado e interdependiente, es imperativo para las dos mayores economías del mundo aumentar la cooperación y el desarrollo sano y estable de relaciones.

Debe darse prioridad a fortalecer el respeto mutuo entre las dos partes. Con un espíritu de buscar un terreno común dejando a un lado las diferencias, se espera que China y Estados Unidos puedan respetar los sistemas sociales y los caminos de desarrollo respectivos, que cuiden de los intereses fundamentales y las principales preocupaciones de cada uno, y se adhieran a las normas internacionales de no intervención en los asuntos internos de otros.

Se requiere un diálogo sincero y constructivo para entender mejor las intenciones estratégicas de cada una de las partes y reconstruir la confianza estratégica mutua. En lugar de considerar a China como una amenaza, Estados Unidos debe ver el desarrollo de China con una actitud positiva y constructiva, darse cuenta del hecho de que China se apega al camino del desarrollo pacífico y espera lograr el desarrollo común con todos los países del mundo, incluyendo a Estados Unidos. Sólo abandonando el prejuicio ideológico y el pensamiento de suma cero, las relaciones bilaterales podrán crecer establemente.

En el libro de Kissinger ‘On China’, el ex secretario de Estado de Estados Unidos escribió: “Qué culminación si, cuarenta años más tarde, Estados Unidos y China pudieran combinar sus esfuerzos no para sacudir el mundo, sino para construirlo”.

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