@VicenteAlbornoz
El presidente estaba sólo. Se sentía sólo y había tenido un día terrible. Si bien estaba en una habitación confortable, miles de fantasmas invadían su mente y le abrumaban cientos de teorías conspiracionistas. Se sentía preso, se sentía humillado y estaba convencido que en sus hombros recaía la gran responsabilidad de garantizar el futuro del país.
Muchos de sus temores no tenían una base real, pero él estaba convencido que era un perseguido, una víctima, un mártir que debía mantenerse altivo para demostrar que no se amilanaba y que, por lo tanto, merecía el cargo de jefe de Estado.
Rafael Correa estaba en el Hospital de la Policía, en una confortable habitación, acompañado por unos pocos amigos, pero convencido que se estaba perpetrando un golpe de Estado.
Hoy sabemos que estaba completamente equivocado, que había confundido una huelga policial con un golpe de Estado y que con su retórica incendiaria había empeorado las cosas, pero eso es irrelevante para este análisis. Lo importante es que él estaba convencido que la situación era grave y que la democracia estaba en riesgo. Posiblemente creía que su permanencia en el poder pendía de un hilo y que hasta su vida estaba en peligro.
Tan falsos eran esos miedos que varios funcionarios públicos pudieron entrar al hospital y visitar al presidente. Incluso algunos medios de comunicación pudieron entrevistarlo vía telefónica.
El presidente debe haber tenido clara la importancia de lo que decía en esas entrevistas. Él, atrapado en sus conspiraciones y temores, creía a pié juntillas que era la única voz de la sensatez y que su vida, su gobierno, la democracia y el país dependían de lo que dijera.
Y recordemos que no estaba rodeado de sus asesores de imagen y que, por lo tanto, quien hablaba era él mismo, sin filtros, bajo presión, pero el auténtico Rafael Correa.
¿Qué frases acudirían a su mente en ese momento? ¿Frases de Winston Churchill cuando sentía la amenaza de un ataque alemán? ¿Quizás alguna frase de Julio César cuando estaba por dar una batalla crucial? Por un tema de ideología, ¿alguna frase de Lenin en plena Revolución Rusa? Un hombre educado debía haber leído a esos autores y debían haber marcado su pensamiento.
Pero la frase que le vino a la mente a ese Correa, presionado y sin filtro, reflejó la fuente de su formación filosófica y, citando al Chavo del 8, dijo al mundo entero su memorable “primero muerto antes que perder la vida”. Y nos quedó claro que el presidente era una persona tan carismática como superficial. Nos quedó claro que estábamos gobernados por alguien que nos mintió cuando dijo que era una persona muy culta y muy leída. Y nos quedó claro por qué era un presidente tan malo.