Las huestes chavistas hicieron por la fuerza una Asamblea Constituyente que recibe el repudio del mundo libre. Cabello, la Canciller, el operador Maduro y la complicidad del Consejo Electoral avalaron un proceso sui géneris.
La mitad de los legisladores constituyentes son representantes corporativos de entidades dominadas por el chavismo, fuerzas aliadas del Partido Socialista Unido de Venezuela elegidas a dedo. La otra mitad sí es de los distintos partidos, inclusive la oposición que ha bregado durante largo tiempo por recurrir a los caminos democráticos para desterrar el poder autoritario que bloqueó el referendo revocatorio que la propia Constitución chavista consagró.
La elección de estos pseudo constituyentes contó con otro ingrediente descarado. La empresa Smartmatic denunció la aparición, como por arte de magia, de un millón de votos no consignados que favorecieron al poder imperante y su partido. Solo así superó a los votos de rechazo que recogió la Mesa de Unidad Democrática una semana antes para impedir esta parodia.
Esta situación es rechazada por la mayoría de gobiernos democráticos de la región y observada por Estados Unidos, Canadá, Francia, España y el Parlamento Europeo. Ahora hasta El Vaticano reacciona pero es una pena que tardíamente, ya que Venezuela ha pagado con sangre inocente la ‘alevosía’ de querer ser libre y cambiar al gobierno represor de Nicolás Maduro.
El viernes, el hemiciclo del salón elíptico, símbolo del poder político diverso que debió expresar a Venezuela, fue tomado por los chavistas. Llevaron un cuadro de Simón Bolívar, el Libertador – vaya ironía- y colgaron un gran retrato de Chávez, seguramente para que inspire desde el más allá una nueva Constitución que jamás lavará la sangre de los patriotas caídos por la libertad en este tiempo. Desde la cúpula de la sala, el mural de la Batalla de Carabobo será mudo testigo de la nueva burla histórica.