Los chats de la frontera

Agentes del Estado ecuatoriano conocieron en noviembre de 2017 la violencia del grupo armado que controla el río Mataje, cuando el ataque a bala a una patrulla antidrogas en una vía de Esmeraldas. Agentes recibieron en enero del 2018 mensajes de un atentado en San Lorenzo, antes del dinamitazo al cuartel de la Policía. Los mismos fueron advertidos en febrero con secuestros y asesinatos a civiles en la frontera con Colombia, antes del plagio al equipo de prensa de EL COMERCIO.

¿Agentes del Estado ecuatoriano? Sí. Hasta chateaban por WhatsApp con los armados. Y aún así autorizaron el 26 de marzo del 2018 el paso del equipo de prensa hasta Mataje, la población ecuatoriana que -lo sabían los agentes- fue visitada en Navidad por esos armados con una invitación para que los pobladores se unieran a sus filas.

¿Y dónde estaba el Estado? ¿Por qué chateaban? ¿Qué hicieron los mandos? La respuesta es deuda impaga del Estado. Además de transparencia urge seguridad. Los indicadores de violencia pasan por el cedazo del Ministerio del Interior y aseguran que Ecuador tuvo una tasa de 5,7 homicidios por cada 100 000 habitantes en 2017. Pero -según esa data- cantones como San Lorenzo alcanzaron 21 homicidios por cada 100 000 habitantes (como México), Putumayo 28 y Lago Agrio 23.

Esa violencia tiene contexto: la Oficina de la ONU contra el Crimen y las Drogas (Unodc) documentó en Colombia un incremento de cultivos de hoja coca en territorios que precisamente limitan con los cantones San Lorenzo, Lago Agrio y Putumayo, estos dos últimos en Sucumbíos.

Sí. Las zonas ecuatorianas con más homicidios limitan con territorios colombianos donde los armados libran una guerra por la coca. Las imágenes satelitales de la Unodc son mapas que muestran a Ecuador pintado de gris. ¿Carondelet pedirá a la Oficina de la ONU contra el Crimen y las Drogas que vuelva a develar no solo las hectáreas con coca en el país sino la caracterización del narcotráfico o preservará la directriz de silencio impuesta en 2015? Señores, no es fácil ir contra el crimen sin exigir cuentas casa adentro.

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