Chapucerías

En un lugar de la mancha, cuyo nombre voy a omitir, un nuevo hospital se hizo viejo antes de que pudiera atender a ningún enfermo. En el viejo, ya se sabe, entrar es, digamos, salir con los pies por delante.

El nuevo se hizo donde no hay alcantarillas. Hasta hace poco, tampoco se podía entrar, por falta de accesos. Ni alcantarillas ni accesos estaban contemplados en el proyecto constructivo, dice alguno, intentando justificar la chapucería. Eso sí, se ha hecho con toda la buena voluntad del mundo para dar atención de primera a cada uno de los pacientes.

En el viejo, las medicinas, que no hay, se venden en la farmacia de enfrente, que es de algún funcionario de la salud. Algunos médicos de ahí tienen sus propias clínicas, que es a donde remiten a sus pacientes porque en el hospital público o no hay camas, o no hay rayos X, o no hay cirujano, o no hay anestesia.

El nuevo costó buena plata, casi cuatro millones de dólares. Se terminó hace un año y se prometió inaugurarlo con bombos y platillos de acuerdo a un titular de la prensa oficial en abril del 2011. Hoy luce más viejo que el viejo: las paredes están despintadas, las manchas de humedad en las paredes se dejan ver a la distancia, los vidrios ya se han roto y los equipos lucen abandonados: ojalá aún funcionen, si es que están todos, claro.

Hasta que alguien ponga orden, la plata está ahí, botada, tan botada como los enfermos que rezan por conseguir una cama o las parturientas que no tienen donde sentarse mientras esperan y desesperan para ser atendidas.

Donde hay hospital de lujo, bien tenido y equipado, en otro lugar de la mancha, no hay en cambio, partida para el sueldo de su director. En este lugar de la mancha la salud sigue estando enferma. Pero nadie es responsable. Nadie tiene la culpa. Y nadie reclama, porque además, reina el imperio de la indiferencia. O el imperio del aguante, la paciencia y la resistencia.

En este lugar de la mancha, pasan cosas así de originales… se amplía una carretera, pero no se amplían sus puentes… ya ha pasado con algún conductor desprevenido, que creyendo que la carretera es de dos vías en todo su tramo, no se ha fijado que los puentes son solo de una y se ha ido derecho al río. O se hacen rampas para discapacitados con baldosas y bordillos hechos para resbalarse, caerse y… discapacitarse, además de ir, de frente, contra el poste de la luz.

En este lugar de la mancha quien no ha votado en las elecciones no puede inscribir a los hijos en el Registro Civil, porque han pasado meses y meses sin especies para la papeleta de votación.

En este lugar de la mancha, que por cierto, es lugar original, hay rampas para discapacitarse, escuelas sin profesores y un hospital nuevo que parece viejo y que está asentado donde las alcantarillas debieron hacerse antes que las losas y las paredes.

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