Cetrería y el Aya Huma

Poca relación hemos tenido en Ecuador con el tema de la cetrería, el deporte de domar, alimentar y adiestrar para el vuelo a las aves de presa: halcónidos, águilas y acipítridos. Antiguamente este arte milenario servía para que estas aves procuraran animales para los seres humanos; hoy, más bien, una forma de conservación de la naturaleza y educación medio ambiental. Desde el 2010 fue “elevado” por Unesco a la calidad de patrimonio cultural inmaterial, vivo en más de 70 países.

Nuestro contacto inicial fue un emprendimiento privado que funciona desde hace más de 15 años: el Parque Cóndor cerca de Otavalo. El zoológico en Guayllabamba intentó por 1995 - 1996 introducir el tema; lamentablemente el proyecto del cetrero ecuatoriano-español José Antonio Flores quedó en papel por falta de inversión. El primero, en cambio, con el financiamiento de la Embajada de los Países Bajos y otras ong’s ha ampliado su radio de acción con la construcción exitosa de públicos diversos, la ampliación de jaulas, el mejoramiento de su hábitat y las instalaciones de apoyo. Su mentor, el cetrero holandés Joep Hendrix, trabaja con aves rescatadas: tras su rehabilitación unas volverán a volar libres, otras se habrán acostumbrado a la protección del centro. Nosotros, su público cautivo, recordaremos con impacto sus palabras y acciones por comprender la vida y función de estos animales, la necesidad de cuidar su existencia y de tornar el miedo o aprehensión instaladas por las películas de Hollywood en una forma
de diálogo y respeto hacia la naturaleza y sus habitantes.

Cabe aclarar que todos estos animales, sin embargo, están en comodato puesto que pertenecen al Ministerio del Ambiente entidad que debería regular de manera sistemática su reubicación y permisos de operación, sin trabas, con el apoyo incondicional a este y otro tipo de centros parecidos que se instalasen en el país. Interesante sería ligar los programas de cetrería y rescate con el pensum y salidas de campo de las escuelas y colegios del Ecuador; incentivar y apoyar pasantías y residencias universitarias para animar la realización de tesis, nuevos programas educativos y de comunicación, armar una red de centros de similares que se vinculen entre sí para crear una nueva ruta turística en el país.

Así, cobrará sentido la bella melodía andina “Alza la pata curiquingue”, nos llevará a los pajonales llenos de agua y aire puro a los que debemos cuidar; así, algunas leyendas como el Aya Huma, viudo danzante mitad hombre, mitad pájaro, del Inti Raymi, nos transportará al mágico mundo propio donde naturaleza y vida humana fueron uno. De este modo la cetrería puede ser traducida a nuestras propias historias, dejando de vérsela como un deporte introducido sino como una nueva técnica de tratamiento de formas ya existentes en nuestra propia cultura.

akennedy@elcomercio.org

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