Nuevos impuestos en año de crisis

Cuando el Gobierno aumentó el impuesto a los cigarrillos a finales del 2014 dijo que era para bajar el consumo de productos nocivos para la salud. El SRI aseguró en ese entonces que detrás de esa medida no existía ningún fin recaudatorio, pues el objetivo era desincentivar los hábitos de consumo que perjudican la salud de la población.

Pero el viernes de la semana pasada, el Presidente de la República dejó a un lado ese discurso y reconoció abiertamente que la duodécima reforma tributaria que prepara el Ejecutivo será para financiar un hueco fiscal. En ese sentido hay que prepararse para nuevos impuestos a los cigarrillos, bebidas alcohólicas y bebidas azucaradas, las cuales además perjudican la salud, dijo.

En el actual escenario de necesidades fiscales, el tema de salud es secundario y solo servirá para justificar una nueva alza de impuestos, sin que eso garantice un aumento en las recaudaciones.

En el caso de los licores, por ejemplo, los impuestos en Ecuador hacen que la diferencia de precios respecto a los países vecinos sea de tres a uno, lo cual es un gran incentivo para el contrabando, que no tributa. Esto también puede explicar que durante los ocho primeros años del actual Gobierno, el 2015 haya sido el primero en registrar una caída (4%) en las recaudaciones de ICE a los licores. Con el nuevo impuesto subirán más los precios de los licores y es probable que el efecto en las recaudaciones sea nulo o ahonde la caída.

En un año recesivo, más impuestos significarán menos consumo y por ende menos recaudaciones de tributos. Eso aplica para cualquier producto, sean cigarrillos, licores o bebidas azucaradas. Sobre estas últimas se aplica actualmente el Impuesto a los Consumos Especiales solo para las gaseosas, pero el Gobierno anuncia que serán más, sin mostrar aún los estudios que evidencien el impacto que tendrá la medida en la producción y el empleo que generan las industrias dedicadas a estas actividades.

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