“Cervantes escribió los últimos capítulos de la segunda parte de su ‘Quijote’ obsesionado por el de Avellaneda”, publicado en 1614. Esta afirmación de Martín de Riquer, el conocido y prestigioso investigador de la literatura clásica, es irrefutable.
La publicación del ‘Quijote’ apócrifo afecto hondamente a Cervantes y determinó el rumbo aventurero de su caballero andante. ¿Quién fue Alonso Fernández de Avellaneda? La pregunta no ha sido contestada todavía con certeza y los críticos han mencionado numerosos nombres. Es probable que Cervantes lo supiera: en efecto, en el ‘Prólogo al lector’ y en varios capítulos de la segunda parte mencionó a Avellaneda como natural y vecino de Tordesillas y como autor aragonés.
En la primera parte de su novela, en el capítulo XXII, Cervantes presenta a un nuevo personaje, el “famoso Ginés de Passamonte, que por otro nombre llaman Ginesillo de Parapilla”, “un hombre de muy buen parecer, de edad de treinta años, sino que al mirar metía el un ojo en el otro un poco”, “ladrón de más de la marca”, condenado a galeras y autor de una autobiografía, ‘La vida de Ginés de Pasamonte’. El episodio es clave. Martin de Riquer, en el análisis más convincente que conozco, propone la hipótesis de que “un soldado aragonés, autor de una autobiografía intitulada la ‘Vida y trabajos de Gerónimo de Passamonte’, puede ser identificado con el Avellaneda que firmó la fraudulenta segunda parte del Quijote”.
Gerónimo de Passamonte -el Ginés de Pasamonte de la novela- fue una persona real. Las coincidencias son varias: nació en la villa de Ibdes, era miope y perdió el ojo derecho en 1599, y, por último, lo más importante, fue compañero de Cervantes en la milicia. Según nos informa Riquer, “el soldado castellano Miguel de Cervantes (nacido en 1547) y el soldado aragonés Gerónimo de Passamonte (nacido en 1553) fueron compañeros de armas desde agosto de 1571 hasta octubre de 1573. Durante ocho meses estuvieron encuadrados en el Tercio de don Miguel de Moncada, y juntos tomaron parte en la batalla de Lepanto, en la acción de Navarino y en la conquista de Túnez”. Los dos fueron después cautivos de los turcos.
Martín de Riquer considera que la animadversión de Cervantes hacia Passamonte surgió durante su convivencia militar. El soldado aragonés, al verse retratado en la primera parte de la novela como un vulgar y contumaz delincuente, decidió defenderse creando su propio don Quijote. La revisión de los datos biográficos de los dos adversarios y el análisis minucioso y exhaustivo del estilo de la autobiografía y de la novela apócrifa -“el lenguaje es aragonés, porque tal vez escribe sin artículos”, dice Cervantes en el capítulo LIX de la segunda parte- llevaron al crítico español a una conclusión final de su hipótesis: el autor del ‘Quijote’ apócrifo, con el seudónimo de Alonso Fernández de Avellaneda, fue Gerónimo de Passamonte.