Celosos guardianes

Luego de la decisión del Ministerio Fiscal sobre la liberación de responsabilidades de algunos miembros de la Corte Constitucional sobre el escandaloso caso de la violación de una menor, muchas dudas se ciernen sobre la autonomía institucional del Estado, como sustento de la democracia ecuatoriana en los próximos años. Si los amos de la partidocracia degeneraron al país y causaron una putrefacción política, la actual situación debe tener un rango mucho más profundo en la patología clínica.

Ha coincidido, lo cual no es pecado constitucional ni legal que los titulares -individuales corporativos- de control y fiscalización estatal hayan sido elegidos o ratificados antes del proceso electoral del 2013. Aunque en política nunca habrá evidencias contundentes, las percepciones –término aún no patentado, en su original torpeza-, es que se trató de una prevención constituyente para cauterizar cualquier intento de un auténtico control y fiscalización. No fue una pincelada de un creativo pintor jurídico sino de un cálculo maquiavélico, ajeno al elector ecuatoriano que, como cualquier otro, no entiende o no le interesa el enmarañado mudo de la política, donde solo es llamado a votar luego de aplaudir o repudiar, de acuerdo al rating que los actores alcancen en la tarima. A eso se llama democracia participativa en vez de la repudiada representativa.

Sería utópico, que los actores elegidos o reelegidos antes de las elecciones del 2013 depongan sus cargos y esperen una ratificación plebiscitaria. Equivaldría, repasando la mitología, esperar que Narciso absorba las aguas del lago antes que precipitarse en ellas.

Es verdad que las tiranías tienen la virtud de un largo ejercicio en el poder, de lo contario no estarían registrados los 17 años de Pinochet ni los larguísimos seis de la sangrienta dictadura argentina. O, más atrás, los años de Strossner, Pérez Jiménez o Rojas Pinillas. Pero caen y todavía no se sabe si el escarnio histórico que los acosa después de los días triunfales compensa el disfrute de las veleidades del poder. Algunas veces, sí se justifica el adagio de pan para hoy y hambre para mañana, pero otras veces sí existe la prevención de guardar para la época de las vacas en dieta.

Sería loable que los reelegidos o recientes de los órganos de control, por pudor, no concurran al acto de posesión presidencial y opten por la frívola salida del Fiscal General cuando –según un ingenioso twitter- para ir al piso 12 de la audiencia del coronel Carrión marcó primero el uno y luego el dos. Los medios, debieran el día que se inaugure el nuevo mandato publicar en sus primeras planas las fotos y nombres de aquellos reelegidos o elegidos para varios años, en un perverso ejercicio de una democracia indirecta, como lo hicieron para resaltar la vejez de los jugadores nacionales que ha reclutado la Liga. Una especie -en el campo de la política- de los más buscados cuando ya no estén en el mando.

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