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La prensa lojana destaca la crisis por la que pasan los cebolleros de Zapotillo, ante el ingreso ilegal de cebolla paiteña. Están regalando sus cebollas para llamar la atención nacional, y la captaron.
La atención manabita está volcada a las tribulaciones de cultivadores de limón criollo o sutil, predominantemente de su provincia, afectados por el ingreso no autorizado de limón peruano. La ruta es de dos vías: la Aduana peruana proclama su éxito en detener un camión ecuatoriano que ingresaba pitahaya de contrabando, camuflada de plátano.
Todo lo anterior lleva a varias reflexiones:
Ecuador y Perú llevan 50 años de socios en un acuerdo de libre comercio, la Comunidad Andina. ¿Cómo es posible que la cebolla, el limón y la pitahaya sean contrabando?
Ecuador y Perú compartimos una misma geografía, tenemos la misma composición étnica, y niveles de desarrollo, infraestructura educación y salud muy similares. ¿Cómo así la cebolla y el limón peruanos son tanto más baratos? Démosle mérito a El Diario de Manabí, que reporta que en el noroccidente peruano, bajo condiciones climáticas similares a las manabitas hay 12 mil hectáreas del mismo limón pero con mejor tecnología. Ahí una explicación.
Los presidentes Moreno y Vizcarra y los gabinetes respectivos acaban de celebrar una cumbre en que se comprometen a trabajar en conjunto en grandes programas. Habrá que añadir otro: Una apertura gradual, digamos en 5 años, para que los productos agrícolas puedan circular libremente entre los países. Que cuando haya sobreproducción de papas en Ecuador, puedan venderse en Perú, y viceversa. Que las autoridades nacionales se preparen: ¿Dónde se origina la diferencia de costos de la cebolla entre Zapotillo y Paita? Trabajar en reducir los costos nacionales.
Pero no es sólo un problema tecnológico: más grave aún el ideológico. El mantra de soberanía alimentaria. Invocando la soberanía alimentaria se favorece la producción nacional protegiéndola de la competencia, con lo que fomentamos la ineficiencia, no damos aliciente a la inversión para mejorar, y el resultado es: bajos rendimientos, un producto que no cumple con normas internacionales, y que llega caro al público.
El país tiene excelentes condiciones para la agricultura, debemos producir aquello en que somos mejores, abastecer el mercado interno y exportar, e importar aquello en que no lo somos. Si la gente pasa hambre, no es porque no haya alimentos, sino porque cuestan mucho y el pueblo no los puede comprar.
El objetivo de la política agrícola debería ser productos de mejor calidad y menor precio. Mejorar el nivel de vida de la gente, abaratando el alimento. La salida de la pobreza del campesino pasa por un cambio de mentalidad: tecnificarse y producir lo que quiere el mercado. Pregúntenles a los bananeros.