La Biblia está llena de relatos útiles para nosotros. Uno de ellos nos cuenta lo que sucedió con los israelitas librados de la esclavitud egipcia por obra y gracia de Moisés profeta, guía espiritual y legislador. Han pasado dos años de la salida. Se hallan en el desierto de Sinaí caminando hacia una tierra prometida por Dios, una tierra que mana leche y miel. Son seiscientos mil divididos en doce tribus. Hay disciplina. Hay orden.
De pronto: “La gente advenediza que se había mezclado con el pueblo comenzó a sentir hambre y, junto con los propios israelitas, se pusieron a llorar diciendo: – ¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos y melones, de los puerros, cebollas y ajos! Ahora desfallecemos, pues solo vemos maná”. (Biblia, Antiguo Testamento, libro Números, 11:4-5). Maná, diríamos en estos días de medidas económicas, era un bono alimenticio llovido por Dios para que no perecieran en la marcha interminable. Ni Moisés ni sus sucesores claudicaron.
Los ecuatorianos estamos saliendo de la esclavitud de Alianza PAÍS. Don Rafa, El Faraón, tuvo suerte: le llovió dinero. Don Rafa tuvo ideales. Imaginó un Ecuador de primera. Se mataba trabajando. Planeaba y ejecutaba obras. Controlaba todo. Había empleo, había comida. Un semanario colombiano hablaba del “Milagro Ecuatoriano”. La gente le quería. Tan bien le iba que se creyó todopoderoso.
Y entonces perdió la cabeza. Don Rafa, orgullo: él fue la Ley y para él fue la Ley; don Rafa, avaricia: él acaparó todo el dinero que pudo; don Rafa, gula: él se comió lo institucional; don Rafa, lujuria: él fue excesivo en todo; don Rafa: pereza: él no meditó en las consecuencias de sus actos; don Rafa, ira: él se impacientaba por minucias; don Rafa, envidia: hundía a quien le hacía sombra.
Un alto número de ecuatorianos empezó a obrar como don Rafa. El todopoderoso corrompió el corazón de la gente. El cinismo se puso de moda. Para muestra basta un botón. Don Iván Espinel acusado de corrupto no ha comparecido cinco veces a la audiencia.
Uno de sus abogados de Glas envió una fotografía de su caca de como prueba de que él estaba enfermo. Otros dos se muestran orondos de sus mañas que sacaron de la prisión preventiva al genio que puso la Ley al servicio de don Rafa. La mafia manda e impera.
Señor presidente: Usted nos libró de Rafael y en estos días ha empezado usted la cirugía mayor que nos venía anunciando. Y las calles se calientan. Y se añora la cebolla de Egipto. Y se añora “el bienestar” de los tiempos de Faraón.
Ni un paso atrás, se dijo en tiempos del Cenepa. Ni un paso atrás, señor Presidente. Aguante.
Imponga la Ley. Su minusvalía es nuestra esperanza. Nuestra minusvalía es su fuerza. “Al olmo viejo, hendido por el rayo/ y en su mitad podrido, / con las lluvias de abril y el sol de mayo, / algunas hojas verdes le han salido” (A. Machado).