El cargo está vacante. La primera terna, rechazada. Un obvio candidato hubiese sido don Juan Carlos, de no ser rey de España.
Quien sea nombrado como Superintendente de Control de Poder de Mercado será cazador de elefantes.
Los países de economía de mercado requieren una ley que regule la competencia; que impida que empresas, por sí mismas o en colusión, obstaculicen que surjan competidores, y que establezcan precios que perjudiquen a los usuarios. Una ley contraria a las prácticas monopólicas es necesaria para el mejor funcionamiento del mercado.
Ecuador por demasiado tiempo se mantuvo al margen de esta legislación. Cuando la adopta, lo hace en un espíritu revanchista. Que la ley fue bloqueada por los poderes fácticos, por las argollas, y la ley va en contra de ellos, fue el mensaje del Presidente al anunciarla.
Por añadidura, sale una ley “estado del arte”, en cuanto incorpora lo más moderno y complejo de la legislación mundial, en extremo detalle, ahí donde no había nada. Y se establecen sanciones draconianas al incumplimiento.
Típicamente en nuestro país, dos empresas se disputan palmo a palmo el mercado nacional. La una, con sede en Guayaquil, llamémosla Gamma, es la primera en el puerto; y la otra, con matriz en Quito, digamos Omega, es de largo la primera en la capital. El reglamento de la ley, artículo 8, sobre presunción de práctica restrictiva, enumera entre los causales que empresas “repartan de manera concertada clientes, proveedores o zonas geográficas”.
Las grandes empresas que calcen esta descripción, estarán entre los primeros elefantes en la mira del Superintendente.
En otro mercado, dos empresas que compiten entre sí tienen prácticas de comercialización parecida, estructuras de precios similares, acuerdos con proveedores y clientes que se asemejan. No hay constancia que los ejecutivos de la una y otra se reúnan, intercambien correos, se hablen por teléfono. Pero el Superintendente puede presumir que hay restricción de la competencia como resultado de “práctica conscientemente paralela”.
Si una empresa quiere salir del exceso de inventario de un producto que no tuvo salida y tira abajo los precios, ¿habrá presunción de abuso del poder de mercado por “fijación de precios predatorios”?
Una empresa grande con ambiciones de crecer, de ganar más mercado, se convertirá en elefante más grande y por lo tanto en blanco más prominente. ¿Deberán las grandes empresas nacionales, las que pueden parárseles a sus similares colombianas y peruanas, forzosamente dejar de invertir y de crecer?
Se inicia la temporada de caza de elefantes. Las empresas que se reconozcan a sí mismas como proboscidios requieren llevar a cabo una inmediata fiscalización interna de sus prácticas comerciales como estrategia defensiva.