Con civismo y sentido de la democracia, Cauce Democrático -ente que integra a importantes personalidades de la vida nacional- ha demandado una concertación política para las próximas elecciones. Esta propuesta incluye un candidato presidencial único de filas no gubernamentales y listas convergentes para la Asamblea Nacional. No se puede dudar de la transparencia del pedido pues es público y legítimo en su objetivo; por tanto, no entra en la categoría del entuerto ni la componenda a la que muchas veces es afín nuestra vida política.
Los problemas se presentan en la funcionalidad y factibilidad de la invitación. La concertación en países que han desarrollado esta iniciativa no fue un hecho coyuntural, ni reducido a eventualidades electorales. Resultó un proceso de diferentes grados de maduración política e ideológica, que se concretó luego de traumáticas experiencias dictatoriales, en las que el sufrimiento sirvió de una pedagógica catarsis para superar diferencias extremas y acercar las coincidencias. En el Ecuador petrolero del siglo XXI no se han experimentado tan difíciles trances; por el contrario, solo el actual desgaste y el cansancio de los líderes “revolucionarios” o el vaticinio de que la ecuación ingresos–gastos no es sostenible en el próximo período, podrá dar lugar a una alternativa a la reelección en la vertiente oficial.
En la actualidad no es posible sentar a los representantes empresariales o financieros, junto a los conductores del sector indígena irredento y a la ultraizquierda tradicional. Ciérrese el argumento ante la falta de un programa de gobierno a once meses de las urnas. En ese escenario, de producirse un triunfo, lo único seguro sería el regreso a nuestra crónica inestabilidad pues, desmontar por desmontar, la estructura estatista labrada en cinco años amenazaría con el riesgo de un derrumbe social y económico.
Sería muy provechoso para el futuro democrático que agrupaciones como Cauce Democrático y otras con igual civismo estudien la trayectoria de la concertación opositora en Venezuela. En el país de los llanos que recorrieron “las lanzas coloradas” durante la independencia, luego de más de un década de chavecismo estructuraron laboriosamente un programa de gobierno alternativo, fueron asesorados por especialistas en diferentes ámbitos y lograron la aprobación de cinco de seis candidatos a la presidencia que, además, aceptaron el proceso de elecciones primarias.
No hay que descartar que de las filas oficiales nazca una opción con grandes posibilidades y mayores simpatías populares que el actual timonel. No en vano emergió una candidatura para el Premio Nobel de la Paz desde Alianza País. De concretarse, cubriría las espaldas y abonaría para un retorno en el siguiente período. Néstor Kirchner apuntaba en esa dirección, pero se lo llevaron los ángeles. Es un as bajo la manga que suele esconderse en los ternos de los autócratas.