Soy un asiduo lector de EL COMERCIO. No me pierdo un artículo de opinión, incluidos aquellos que provienen de la prensa extranjera de prestigio como es el Grupo de Diarios América. Desde luego que hay temas que me interesan más como los relacionados con Cuba y Venezuela por razones tan obvias como que a nuestro país le siento cada vez más cercano a los designios cubanos, los castristas que hicieron su agosto en Venezuela.
Por lo tanto qué de sorprendente resulta que haya leído y releído al artículo de Martín Aguirre, “Francisco, el ‘Pepe’ y los Castro”, publicado en El País, Uruguay, reproducido en EL COMERCIO, julio 30, 2013. En él se comenta la visita del presidente Pepe Mujica y la plana mayor de su Gobierno cuando en Cuba se conmemoraban los 60 años del ataque al Cuartel Moncada.
La intervención del canciller uruguayo Almagro aparte de ponderar el aspecto simbólico y político de tal visita puntualizó que en el 2012 Uruguay vendió a Cuba productos, principalmente lácteos, por USD 42 millones; importó de la isla una cuantía menor a un millón y medio, y que “el producto estrella que encabezó las exportaciones de la isla caribeña es la sangre humana. Datos oficiales”.
Eso de que los hermanos Castro se hallen exportando sangre humana para equilibrar una maltrecha economía es como para no creer. ¿Los científicos cubanos habrán logrado producir sangre humana artificial? ¿Aquella sangre de exportación será producto de un gesto patriótico de los donantes cubanos? Es de temerse que no. En un país centroamericano se denunció que los más pobres para subsistir vendían su sangre, la cual era enviada a los Estados Unidos.
Como todo trae cola, un tema que está por saberse es si los médicos cubanos que por miles van a prestar sus servicios en los países del Tercer Mundo lo hacen por su propia voluntad, y no como producto de exportación que a Cuba le significa un rubro importante, unos tantos millones de dólares.
A los cientos de médicos cubanos que se hallan trabajando en el Ministerio de Salud Pública de nuestro país sería de averiguarles si vinieron acompañados de su familia -no todos serán solteros o por lo menos tendrán pareja-. De los modestos salarios que el Gobierno les reconoce ¿cuánto les queda para sus espartanas existencias? De no haber sido enviados a Venezuela, Bolivia, Ecuador o Angola digamos ¿qué les hubiera esperado en su país?
Los hechos que comento en este artículo no dan para que nuestro país sienta la menor atracción por el Régimen cubano. El acercamiento puede estarse dando porque los cubanos saben mucho de construir estructuras estatales sólidas, incluidos servicios eficientes de inteligencia y seguridad. Que el presidente Maduro es deudor de los hermanos Castro no hay duda. Lo que está por verse es qué les debe Correa a los cubanos.