Si, se podrá decir que esta columna es una columna interesada, sesgada. Y reconozco que lo es, no porque quien la escribe sea nieto del más grande hombre de la cultura ecuatoriana, de una de las mentes más lúcidas de nuestra historia, escritor, intelectual, político socialista, de un hombre comprometido como pocos con la Patria, Benjamín Carrión, fundador hace ya más de setenta años de la Casa del Cultura Ecuatoriana, sino por mi preocupación como simple ecuatoriano por lo que pueda suceder con nuestra cultura próximamente cuando se debata y apruebe en la Asamblea Nacional el proyecto de Ley de la Cultura y cuyas consecuencias pueden ser funestas para el Ecuador del futuro.
No llego a entender cómo un gobierno en el que aún quedan, no muchos, intelectuales y artistas vinculados al quehacer cultural, que han trabajado en ese complejo e indispensable ámbito identitario de la nación, proponga solapadamente echar abajo los principios fundacionales de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, la matriz y sus núcleos, para transformarlos en una especie de sucursales burocráticas del oficialismo, cualquiera que este sea.
La clave no solamente del éxito de la Casa sino de toda expresión cultural es la libertad y la autonomía en su creación y en su divulgación. Sin ellas el arte en todas sus dimensiones no tiene valor, está condicionado por factores externos distorsionadores, carece de legitimidad. Según he podido conocer, el proyecto prevé precisamente, sin reconocerlo expresamente, crear una cultura oficial, dependiente del poder para regularla y controlarla.
Es lamentable que un gobierno que se dice progresista se proponga, en su incontenible, e inútil en muchos casos, afán refundacional crear un sistema de cultura que se proponga oficializarla. ¿Qué habrían dicho de una propuesta semejante durante gobiernos como el de Febres Cordero o de las dictaduras militares, intelectuales como Jaime Galarza, Javier Ponce, Raúl Vallejo, Rafael Quintero, Galo Mora, para citar algunos, que actualmente ocupan cargos importantes en el gobierno? Estoy seguro de que ellos, y otros cercanos al poder, no coincidirán con esta propuesta de limitar la libertad de la expresión cultural pues para hacerlo no necesitan que les impongan lineamientos ideológicos o burocráticos.
El oficialismo reitera constantemente que debemos “Volver a tener Patria”. Pues esa proclama la hizo Benjamín Carrión tras la debacle del 42 cuando era realmente necesario refundar un país.
Hoy, en este campo, no es necesario hacerlo, hay que apoyar a la Casa de la Cultura, corrigiendo errores, que los ha asumido en su larga historia, teniendo en cuenta la nueva realidad del Ecuador y del mundo, y, sobre todo, con respeto real a su autonomía e independencia para que pueda cumplir con las finalidades de los principios que le dieron vida.