Te escribo, querida bisnieta, para agradecerte por el video enviado desde Bristol y contarte que la Mesa de Negociaciones de los Santos ecuatorianos nos ha enviado un líder de valía excepcional.
Tu partida me enfrió el alma. De ese puerto inglés algo me sonaba porque mi abuelo materno consultaba los pronósticos del tiempo en el Almanaque Bristol. En Girón, Azuay, donde nació tu mamá, hay un Santo Cristo al que sacan en procesión en tiempo de sequía. No bien el Señor ha dado una vuelta al pueblo, llueve torrencialmente. El arzobispo de Cuenca permite que salga la procesión, siempre que el Almanaque Bristol anuncie lluvias para ese día.
Por tu video y una consulta en Google, veo que Bristol ha sido una ciudad justiciera: En él apareces con mucha gente tumbando la estatua de Edward Colston, un traficante de esclavos y diputado inglés que vivió a caballo de los siglos diecisiete y dieciocho. Esto me ha consolado, Rosita, porque cuando regreses con tu título de doctora, podrás sacudir a nuestra sociedad impávida ante la plaga de corrupción que amenaza el futuro de nuestra democracia ya de por sí fea y patituerta.
Recuerda, Rosita, que Ecuador tiene cuatro santos y dos beatos en los cielos: Mariana, Miguel, Narcisa, Mercedes y Emilio, quiteña, cuencano, guayasense, riobambeña y cuencano. Reunidos los seis en la Plataforma Espacial, se constituyeron en Mesa de Negociaciones para escoger un líder que salvara a Ecuador. Se fijaron en un ejemplar de virtud y honradez, don Daniel Salcedo Bonilla, oriundo de nuestra Costa, que ha dado a Ecuador el mayor número de presidentes de la República. Todos hombres de pro y sin tacha por la abundancia de oxígeno, que, hinchando los pulmones, mata todo gusanillo de conciencia.
Rosita, la Mesa de Negociaciones vio en Daniel al temprano emprendedor que a los 19 de edad ostentaba una fortuna nada despreciable y a los 34 años era ya un multimillonario, amigo cercano del más conocido cedro del Líbano; vio al cultor de la educación del pueblo y al respetuoso galán de la mujer como lo prueba la linda Mieles, experta en reality shows, de los que tanto necesitamos los serranos, a menudo, serios y tristones; vio, en fin, al león social de lo mejorcito de la Perla del Pacífico y de la del Caribe. Desde la Espacial Plataforma, la Mesa de Negociaciones, entusiasmada, envió una avioneta para que Daniel y Mieles y otras larvas de patriotas volaran a Perú. Dispuso la Mesa que el susodicho aparato sufriese un accidente a fin de que todos los ecuatorianos hablaran de Daniel y votasen por él en las elecciones de febrero. Votaré por él y así lo harás tú. Es un líder fascinante.
Me despido porque ya me están poniendo la mascarilla y midiéndome la temperatura con los variados termómetros del alcalde de Quito y de la prefecta provincial de Pichincha. Te saludan Cristina y María Paula que no se pueden ver. Cuídate mucho, mi amor. Tu bisabuelo, Luis.