Amparados en el Sucre, las ensambladoras Aymesa y Maresa exportaron vehículos a Venezuela. Se espera ventas de USD 250 millones o más en 2012.
Caracas busca fortalecer este mecanismo de moneda virtual para el comercio entre miembros de la Alba, y ha ampliado su ámbito, con lo que Ecuador puede vender a Venezuela una mayor gama de productos.
Este es el único mercado de importancia que ha abierto nuestra diplomacia, y los productores nacionales deberán aprovecharlo.
El punto central para que el mecanismo funcione es que en las sesiones periódicas en que los miembros del Sucre se reúnan para saldar cuentas, Venezuela pague los saldos deudores.
De ser así, este mecanismo permite hacer quite al Cadivi, el ente venezolano de control de divisas, que al no entregar divisas a los importadores, impide que estos paguen a los exportadores. En el Sucre, los gobiernos son responsables.
Irónicamente, así como las empresas ecuatorianas que exportan a EE.UU. y la UE explorarán la opción de abrir subsidiarias en Colombia y Perú para poder seguir exportando a esos mercados, las empresas colombianas y peruanas buscarán hacer lo recíproco para aprovechar el mercado venezolano.
Las autoridades nacionales deberán estar alertas para que el mecanismo del Sucre no lo aprovechen mafias venezolanas. La CAE detectó algunos casos de exportaciones que no eran tales: en los contenedores iban piedras o productos de poco valor. Mafias entroncadas con personal del Cadivi obtienen así dólares a precios subsidiados.
Si estas operaciones se hacen a través del mecanismo de compensación, el Ecuador terminaría financiando esas exportaciones.
Un problema para las empresas nacionales es que no se puede planificar un incremento de la capacidad de producción en función del acceso a un mercado mediante un mecanismo artificioso. La apertura es política, y por lo tanto la ventaja que se obtiene puede desaparecer de un día a otro. Pero para empresas que ya tienen capacidad ociosa de producción, es una gran oportunidad.
En el caso de la industria automotriz, hay dos peligros para que continúen y crezcan estas ventas.
El uno, que Venezuela entra en Mercosur. Sin duda Brasil y Argentina la aceptaron por las perspectivas de acceder al mercado venezolano. Ambos tienen industrias automotrices, y van a querer vender vehículos a Venezuela.
El otro es el valor agregado nacional en los vehículos. Este es un proceso constreñido por el volumen de mercado: no se pueden hacer partes a un costo competitivo, si se van a vender pocas unidades.
El 11 de junio cuando el crudo Oriente se vendió a USD 88, caída de USD 8 en diez días, se fijaron cupos para los CKD. Si la industria va a incorporar partes nacionales, no puede estar sujeta a cupos de importación.