Llegó la grata noticia de que el famoso tenista ecuatoriano Pancho Segura Cano -quien allá por 1950 fue considerado el mejor del mundo- cumplió 95 años y vive en los EE.UU., país en el que se consagró internacionalmente.
Algo grato es que también ha cumplido 95, en magníficas condiciones, una gran figura del deporte ecuatoriano -esmeraldeña que vive en Quito desde su juventud-. Se trata de Carola Castro Jijón, quien fue campeona bolivariana y emocionó al país al triunfar en la primera competencia sudamericana de 100 metros planos. Carola y Pancho son símbolos de la salud que brinda el deporte a sus cultores.
El gran Pancho Segura nació en Guayaquil, en 1921, en un hogar pobre. El padre fue portero del Guayaquil Tenis Club mientras su hijo se dedicaba a pasabolas y a practicar el deporte blanco con los socios del club. Superó las consecuencias del raquitismo, una enfermedad que -por su falta de alimentos- le afectó los huesos, determinando su apodo de “pata de loro”.
Con la novedad de que por su fragilidad usaba las dos manos -y no una como otros- y luego de superar a todos sus rivales ecuatorianos, fue incluido en la primera delegación que representó al Ecuador en un evento extranjero importante.
Esto es, en la inauguración de los Juegos Bolivarianos, en Bogotá, 1938.
Por cierto, Pancho fue un deslumbrante campeón y el presidente del elenco ecuatoriano, Galo Plaza, le felicitó: “tú serás campeón del mundo”. Pronto fue campeón sudamericano y no tardó en llegar, gracias a su creciente prestigio, a los EE.UU. Allá fue campeón universitario e ingresó al grupo de figuras, alcanzando los primeros puestos y la fama, ganando a los mejores de la época y convirtiéndose en el campeón Pancho Segura, siendo 1951 y 1952 sus años más deslumbrantes.
Jugó hasta los 54 años, fue entrenador de figuras.
La colegiala esmeraldeña Carola Castro Jijón, del Normal Manuela Cañizares, viajó también a Bogotá en 1938 para el gran suceso de los primeros Juegos Bolivarianos. Lo hizo en calidad de basquetbolista pero intervino también en la prueba de 100 metros y fue segunda. En la de 50 metros fue aplaudida por su triunfo. El mayor de sus ocho hermanos, el entrenador Luis Felipe Castro, la preparó para que interviniera en el primer sudamericano de atletismo femenino que se realizó en Lima, 1939, despertando gran expectativa en el Ecuador, entre otras cosas porque se transmitió por radio, algo que no sucedía antes.
La prueba de 100 metros fue espectacular y Carola Castro fue la gran figura, superando a dos argentinas, entre ellas a la favorita Lelia Sphur, a una chilena y a la peruana Rina Bucaram. Su triunfo fue un suceso y Carolita fue recibida triunfalmente en Quito y en Esmeraldas. Llegó a tanto el entusiasmo que el periodista de El Comercio Eduardo Batallas le bautizó “Flechita de oro”, el actor Ernesto Albán le dedicó una estampa quiteña y las compañeras del normal Manuela Cañizares le dedicaron un “himno a Carola, con letra del poeta Pablo Haníbal Vela.
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