Hace ocho años los Presidentes de Ecuador y Venezuela, Rafael Correa y Hugo Chávez, colocaron dos veces, con la consabida fanfarria, la primera piedra para la construcción de “uno de los más grandes complejos energéticos de Latinoamérica”, en El Aromo, al sur de Manta, pero hasta ahora no hay nada concreto.
En ese entonces se anunció la formación de una empresa en la que Petroecuador tendría 51% de acciones y Pdvsa 49%. Se aspiraba a que China financie esa megaobra, que debía inaugurarse en 2013.
Lo cierto es que no llega aún ni un centavo de Pekín ni de Caracas para el efecto. Ni llegará, según sostienen los escépticos, que consideran que, dadas las reservas probadas de crudo que disponemos, no se justifica una planta tan desproporcionada como la que se pretende, cuyo costo inicial se estima en trece mil millones de dólares, con el peligro de que, cuando avancen los trabajos, si es que llegan a iniciarse, se eleven los precios de las obras, que, probablemente, serían concertados sin licitación, como ha sucedido con muchos contratos adjudicados y suscritos por este Gobierno, lo cual, como es obvio, despierta suspicacias, con mayor razón por tratarse del más elevado negocio en la historia del país.
Se considera difícil la obtención de crédito en el monto necesario para la ejecución de este polémico proyecto y es sabido que los organismos financieros chinos, que son los más factibles en este caso, imponen condiciones sumamente duras, onerosas, en comparación con las que aplican las corporaciones multilaterales, a las que se despreció en tiempos de aparente opulencia, pero se está recurriendo nuevamente a ellas.
Tan sólo el Gobierno ecuatoriano ha invertido de sus arcas 1.200 millones de dólares en la adquisición del terreno; contratación de estudios; nivelación del terreno; construcción de vía de acceso y un acueducto desde la represa La Esperanza, lo que ha dado lugar para que se aplique la expresión popular de que se puso los bueyes delante de la carreta…
El presidente Correa afirmó el 5 del presente mes que “todo está listo para la construcción de la Refinería del Pacífico Eloy Alfaro” y que se busca el financiamiento en China, Corea e India y enfatizó que dicho proyecto debió ejecutarse hace décadas, con lo que se hubiese evitado la pérdida de miles de millones de dólares y que demuestra falta de visión.
Expertos en materia energética coinciden en que la gigantesca refinería requeriría sofisticadas instalaciones complementarias y sugieren que, en caso de que se persista en este empeño, se considere la posibilidad de entregar el proyecto, en concesión, al sector privado que asuma los riesgos pertinentes y garantice una rentabilidad al país; y reiteran que lo sensato es que se desista de ese desatino y que se emprenda en un proyecto acorde con nuestra realidad y que no constituya otro elefante blanco.