¿Por qué no ganará?

¡Es definitivo! La peor droga, la que más fácilmente llega y deforma la mente y actuar de la gente, es el poder. Basta un poco y la víctima generalmente pierde noción y sentido de lo recto, de lo justo, de las realidades. Con un poco de poder, el vulgar pretende exhibir cultura, el ignorante se auto erige al nivel de un académico y el fanático pierde toda noción de cordura. Sí, cordura, pues solo por la falta de ella es que algún limitado personaje de nuestro show político quiera levantar toda una campaña para pretender dirigir un foro mundial. ¿Sus méritos?, probablemente los estime muchos y suficientes, pues parecería que su afición a las letras le ha detenido en la novela “Audacia es el Juego”. Hay que tenerla mucha para pretender quedar impune de actuaciones como la modificación ad hoc de normas y reglamentos para poder complacerse a sí misma y pretender ser llamada para siempre la “Libertadora del Hackeador”.

Se necesita estar bajo los efectos del poder como para creer que en el concierto internacional ya se ha olvidado su intento de emplear la figura del Diplomático en misión, para burlar a las instituciones de justicia del país receptor. Eso, querida, en política internacional es y será imperdonable, pues el centro medular de la diplomacia se llama respeto y ley. Pero también hay otros ejemplos de igual categoría: ¿qué me dicen de otra que pretende hacer creer al país que 100 muertos debido a una enfermedad para la cual existe vacunación, es una tasa porcentual aceptable y dentro de parámetros? ¿Cuáles?, posiblemente los de la indolencia, los de la culpabilidad disfrazada de ciencia estadística, no los del amor al prójimo ni la responsabilidad técnica, administrativa o científica.

Esperemos que Fiscalía y Contraloría cumplan su trabajo para poner en el lugar que merece tanta indolencia y audacia. Y otra más: la que pretende desempeñar la función pública directiva y reguladora de una actividad, y al mismo tiempo la Secretaría del organismo regulado: la droga/poder demandando más altos niveles de dosis y adicción. Son unos pocos casos que muestran que es hora de tomar determinaciones que impidan que a un gobierno en el que los ecuatorianos han puesto su esperanza (3 de cada 4 votos de confianza) le ocurra lo que le pasó a predecesor: la embriaguez de más de 70 mil millones de deuda pública sólo se explica en la satisfacción de gastarlos sin orden, sin planificación y solo con el propósito del aplauso barato de la primera piedra eufórica y del discurso inaugural en éxtasis del ego. Hora de aprender a decir No a lo que no conduce al bien común, No a lo que la demagogia malgasta, No a la falta de sentido ético, y Sí a un modelo de sociedad y de estado carente de actores hipócritas, revanchistas, despilfarradores, traidores y adoradores de la droga del poder y de sus líderes adictos. ¿No es así, verdes y maduros?

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