Pastaza nos ha sorprendido con su despegue económico, interesante, novedoso y hasta atractivo. Seguramente, alguna vez, muchos debimos haber pensado que no pasaba nada en esa provincia, pero es todo lo contrario.
Sin que suene a lugar común, en este territorio provincial amazónico -el más grande del país- pasa de todo. En sus pequeños cantones hay un despegue progresivo de actividades que sostienen la economía local y que se van fortaleciendo con la participación del sector privado y gobiernos locales.
Los empresarios han emprendido en áreas nuevas para la zona. En Mera, por ejemplo, se experimenta desde hace cinco años una ‘fiebre’ por la producción avícola, para abastecer a las provincias vecinas. Y no les va mal a las 22 empresas dedicadas a este portafolio, pues ha invertido en infraestructura y en mejores prácticas de manufactura para entregar un producto de calidad.
En la vecina ciudad de Puyo se fabrican tableros tríplex o contrachapados, y se lo hace con una visión sostenible y de competitividad, pues la empresa maderera que emprendió en este negocio tiene sus propios cultivos y una variedad que crece rápido para su uso. Lo interesante de esta apuesta es que exporta a Colombia.
Desde el lado público, la Prefectura y el Municipio de Pastaza han dado su aporte, sobre todo para sacar provecho de los productos nativos, como la papa china; también se fomenta la ganadería, la caña y la piscicultura con la cría de la tilapia.
Pastaza también presume de tener una ordenanza provincial que protege más de 2 millones de hectáreas de su selva, donde se practica todo tipo de turismo. Al conocer, las cinco rutas turísticas que se crearon y que son impulsadas desde el año pasado por la Prefectura dan antojos de viajar para descubrir la otra cara de Pastaza.
Posiblemente, la experiencia de Pastaza no sea la única en el país, pero es necesario destacar el trabajo en conjunto de sus autoridades y su gente, porque esa alianza ha funcionado.