Capital académica

La inauguración de la sede de Unasur en la Mitad del Mundo ha sido una ocasión para pensar en la vocación internacional e integracionista sudamericana de Quito, que en su historia se ha proyectado a la región andina y el continente. El 10 de agosto de 1809 es la más destacada muestra de ello, aunque no la única.

Pero Quito tiene también una vocación cultural y educativa en el ámbito internacional. Puede convertirse en un gran centro cultural, de docencia e investigación, referente para toda Sudamérica. Ese debería ser una gran meta colectiva para los futuros años. Para cumplirla hace falta un gran esfuerzo coordinado de varios integrantes colectivos de la urbe.

Quito es un centro de atracción turística importante. Fue la primera ciudad en el mundo declarada “Patrimonio Cultural de la Humanidad” por la Unesco, designación que hemos celebrado y que buscan afanosamente muchos lugares del mundo. No solo su espectacular Centro Histórico, sino otros sitios como la Mitad del Mundo o edificaciones y museos recientes le dan grandes ventajas comparativas en este campo. La cercanía de otros lugares interesantes en la Sierra, la Amazonía y las playas, junto con diversa oferta de artesanías de calidad refuerzan esta fortaleza.

Todo este gran potencial puede ser complementado con una oferta universitaria, para la que nuestra capital tiene gran potencialidad. Aquí funcionan, por ejemplo, dos instituciones internacionales de posgrado como la Universidad Andina Simón Bolívar y Flacso, que tienen una notable infraestructura física y programas de excelencia que atraen a estudiantes de Latinoamérica y el mundo. Están también la Escuela Politécnica Nacional y algunas facultades universitarias con pregrados de calidad.

En la Universidad Andina hemos podido desarrollar siete programas de doctorado internacional y otros tantos de maestría de investigación, con una buena proporción de docentes que vienen de otros lugares del mundo y atraen muchos alumnos. En los últimos años la capacidad de los centros de convenciones y hoteles de Quito se ha incrementado para albergar reuniones internacionales. Nuestra capital, como pocas del continente, puede ser sede de eventos académicos de clase mundial. Solo debemos solucionar para ello el acceso al aeropuerto.

Pero para que esta vocación universitaria internacional pueda consolidarse, se requiere de la apertura y apoyo de las autoridades, que ahora no existe. Los programas doctorales tardan años en ser aprobados y no cuentan con becas del gobierno para que puedan cursarse a tiempo completo, cuando se ha llegado a gastar medio millón de dólares por cada alumno que va a estudiar al exterior. Con mucho menos harían mucho más.

Quito puede ser una capital académica sudamericana si el Gobierno la empuja, como lo ha hecho muy correctamente con Unasur.

eyala@elcomercio.org

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