Esas cuatro letras describen de manera exacta lo que acontece en Venezuela, país inmerso en una situación apremiante a la que ha sido conducida por el descabellado experimento conocido como socialismo del siglo XXI.
Lo llevado a cabo por los delirios del coronel golpista, a quién se pretendió erigir a su muerte como el nuevo ícono de la izquierda regional, continuada por un personaje cuyas limitaciones salen a flote cada vez que se encuentra frente a un micrófono, son la muestra fehaciente del descalabro al que pueden llegar los países que aplican esas tesis anquilosadas que algún día fueron el catecismo de buena parte de la juventud de América Latina.
Ahora todos esos cuadros, más que sesentones, ejecutan piruetas para tratar de justificar lo inimaginable. Uno de los países más ricos del continente mantiene a la mayoría de su población empobrecida, haciendo largas filas por horas para intentar conseguir bienes básicos, su juventud sin horizontes emigrando hacia países vecinos por la falta de oportunidades, una corrupción rampante que enriquece obscenamente a los allegados al poder, un país donde gran parte de los mandos oficiales están salpicados por la sospecha de colaborar con el negocio criminal del narcotráfico. Esos son los resultados que pueden exhibir los que pensaron que el modelo cubano-estalinista era la panacea para los países de la región.
Crearon, en efecto, un modelo revolucionario: seres pauperizados obligados a huir de sus países en busca de mejores destinos en donde buscan realizar una vida normal.
La última medida dispuesta por el gobierno simplemente no tiene parámetros de cordura alguna. La decisión de retirar de circulación los billetes de 100 bolívares, los de más alta circulación, por supuestos contubernios internacionales ha causado tal malestar que ha tenido que dar marcha atrás de manera inmediata debido a la reacción popular. Por donde se mire semejante disposición nuestra a las claras un país caotizado, en que los agentes económicos y la población en general de un día para otro se encuentran sin papel moneda.
Para entender la dimensión de lo sucedido hay que considerar que ese billete de mayor denominación se cotiza en el mercado paralelo a 0.04 centavos de dólar. ¿Qué se puede adquirir por ese valor? Esa es la razón por la que miles de ciudadanos venezolanos se los encuentra por las calles del resto de países, realizando las más variadas actividades. En otras palabras, el modelo cubano ha funcionado a la perfección: empobreció a todos por igual.
Paradójicamente Ecuador ha acogido a gran cantidad de ciudadanos de la tierra de Bolívar y Miranda. Acá, si bien las políticas adoptadas han sido similares, no han tenido los mismos efectos por encontrarnos dolarizados. Fue el dique que frenó los efectos de un modelo insostenible, que pulverizó una de las economías más importantes de la Región. La ventaja es que Venezuela posee una riqueza inmensa que, una vez terminada la pesadilla populista, permitirá a los venezolanos retomar los fueros del desarrollo. Ojalá sea pronto.
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