El 26 de julio de 1972, bajo la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara, Ecuador empezó la explotación petrolera. Desde ese momento, han transcurrido 52 años de permanente extracción del denominado “oro negro”, el cual ha sido uno de los principales productos de exportación del Ecuador. Según datos del Banco Central del Ecuador, en 2023 nuestras exportaciones alcanzaron un valor total de aproximadamente 31 mil millones de dólares (31,126 millones es el dato exacto). De este monto, casi 9 mil millones de dólares fueron por exportaciones petroleras (8,952 millones es el dato exacto), lo que representa aproximadamente un 29% del total de exportaciones. Para el mismo año 2023, el segundo producto que más exportó Ecuador es camarón, el cual nos dio un ingreso de aproximadamente 7 mil millones de dólares (7,205 millones es el dato exacto), equivalente al 23% del total de exportaciones. El top 3 de los productos de mayor exportación del Ecuador, en 2023, lo cierra el banano con aproximadamente 3 mil setecientos millones de dólares (3,771 millones es el dato exacto), lo cual corresponde a un 12% del total de exportaciones.
Todos sabemos que el petróleo es un recurso natural no renovable, lo cual implica que existe en cantidades limitadas y no puede regenerarse a una velocidad comparable con la que se consume. Aunque el agotamiento de este recurso natural no será de la noche a la mañana, se estima que Ecuador podría dejar de ser un exportador neto de petróleo entre 2027 y 2031. Esto significa que, en los próximos 10 años, nuestra producción petrolera alcanzaría únicamente para cubrir nuestra demanda interna de hidrocarburos.
Con este contexto, surge de forma natural la siguiente pregunta ¿En Ecuador estamos conscientes de que pronto dejaremos de contar con ingresos económicos como resultado de la venta de petróleo? Si miramos al contexto nacional, fácilmente nos daremos cuenta de que no hemos prestado, ni estamos prestando atención a este punto muy crítico para el futuro de nuestra nación. Lamentablemente, es muy poco o casi nulo lo que Ecuador ha construido, en más de 50 años de explotación petrolera, para hacer frente a un futuro económico post-petrolero inminente. Desafortunadamente, casi siempre en Ecuador se han aplicado planes y políticas que máximo han durado un periodo de gobierno para tratar de sobrevivir en el día a día, y nos hemos olvidado de que también debemos construir Patria para las siguientes décadas.
La realidad es innegable: estamos desarmados para el futuro. Es imprescindible que, en el corto tiempo que nos queda, se diseñe y ejecute un plan para enfrentar la transición post-petrolera ¡El plan hay que hacerlo bien y ahora! de lo contrario, el futuro será aún más negro que la huella que ha dejado el petróleo derramado en varios lugares de nuestro territorio ecuatoriano. La gran pregunta es ¿A quién le toca proponer un plan para una economía post-petrolera para Ecuador? La respuesta es sin duda que, aparte de resolver los problemas urgentes como el combate al crimen organizado transnacional, la generación de empleo, y el combate a la corrupción, al próximo gobierno también le toca la difícil tarea de sentar las bases para una nueva economía, acorde lo que el mundo vive en la actualidad, es decir, la cuarta revolución industrial.
Ante este escenario crítico, los aspirantes a ser el futuro ocupante del sillón de Carondelet deben estar preparados para enfrentar este gran reto. Afortunadamente, para esta ardua misión tenemos a más de 10 voluntarios como candidatos, dispuestos a jugársela el todo por el todo por esta querida nación, y de quienes esperamos respuestas claras y acciones concretas. Lo que digo no es ironía, sino un llamado de atención para que los candidatos a la presidencia de Ecuador, aparte de concretar alianzas y conformar sus listas para la Asamblea Nacional, se pongan, junto a sus equipos de apoyo, a trabajar arduamente en la elaboración de sus planes de gobierno.
Para hacer frente a la transición post-petrolera, les doy una ayuda a todos: Por ejemplo, en sus planes de gobierno podrían incluir el uso y desarrollo de aplicaciones y servicios, con tecnologías emergentes como inteligencia artificial, para potenciar y agregar más valor a nuestra producción agrícola y pesquera. Para esto se requiere de recursos económicos, talento humano especializado, y energía eléctrica. Esa parte les toca responder a Ustedes, así que pongan a volar su imaginación y la de sus mentes más brillantes. Los electores estaremos atentos para conocer y, de ser el caso, apoyar sus planes de trabajo que deben ser concretos y visionarios. El tiempo apremia, y no podemos permitirnos seguir improvisando.