La Sociedad Interamericana de Prensa ( SIP) reunida el último fin de semana en México emitió una alerta sobre la situación en Ecuador.
La SIP considera que existe un acoso a los medios y una censura camuflada por parte del sector oficial y muestra además su preocupación por la vigencia de la Ley de Comunicación, que ya cumplió tres años.
Cuando el Gobierno intentó imponer una Ley de Comunicación trazó una estrategia.
En primer lugar algunos conceptos se introdujeron en la carta constitucional y el numeral cuatro de las disposiciones transitorias de la propia Constitución manda la expedición de una Ley de Comunicación.
Muchas personas se opusieron y se repitió un concepto: en materia de la Comunicación, ya que atañe a una de las libertades fundamentales, la mejor ley es la que no existe. Se supone que los medios y los periodistas deben someterse al marco legal y especialmente al escrutinio público.
El discurso político llevó al mandatario a decir que plantea una lucha planateria contra los medios privados de comunicación y que los medios debieran ser un servicio público. Se puede interpretar que es algo así como el agua potable o la luz eléctrica, cuyo suministro compete al Estado.
Todo es cuestión de concepto. Pero las libertades no se negocian. La Ley fue, en todo su proceso de debate y aprobación, un camino para sancionar y multar a los medios y por ende atemorizar a los periodistas. Una sociedad democrática tiene en la libre expresión un valor fundamental.
Luego de 10 años de esta guerra planetaria los candidatos presidenciales debieran tener como punto clave un pronunciamiento categórico sobre la libertad de expresión y la Ley de Comunicación. Coartar la libre expresión afecta a la gente y la Ley no ha dado resultados positivos sino que amedrenta a los medios y a las personas.
Cynthia Viteri, trabajó en medios en sus primeros años, trató en su calidad de legisladora formular reformas a la Ley. Ahora piensa que se debe derogar la Ley.
Paco Moncayo fue crítico con el proyecto inicial al que calificó de Ley Mordaza. ‘No cambiaremos jamás esa libertad de poner exrpesarnos con un bono o una caretera’.Ahora, como candidato, piensa que el 80% de la Ley es buena.
Guillermo Lasso ha sido enfático, sostiene que hay que tirar la Ley al tacho de la basura y proclama que en una sociedad donde impere una democracia liberal la prensa independiente juega un papel vital.
Hace unos años Lenin Moreno decía en Radio Quito que prefería un poco de excesiva libertad de expresión a ninguna, una norma lo más permisiva posible. Se pronunció por la libertad de la gente de elegir los medios que sigue. Ojalá que en ahora asuma compromisos. Parece difícil si el autor de la norma y quien cree que todo se trata de una lucha planetaria contra los medios mercantilistas en el lanzamiento de la candidatura adierte que no permitirá que se aparten de la línea ni un milímetro. Dilema para Lenin, entre libertades y lealtades.