‘Nadie puede decir ‘la Canciller no deja en alto el nombre del Ecuador’”, con esa frase María Fernanda Espinosa resumió con soltura su reclamo de apoyo incondicional al país.
Me da una muy honda pena contradecirla (por favor nótese el sarcasmo). Yo lo asevero con tal convicción que sería capaz de tatuármelo, la Canciller no deja en alto el nombre del Ecuador. Creo que la idea contraria es justamente la correcta.
La Canciller solo ha dejado por todo lo bajo el nombre del Ecuador. Es más, me puse a meditarlo con franca seriedad y no se me ocurre un solo supuesto – aunque sea algo pequeñito o trivial – en donde su gestión haya sido un motivo de orgullo nacional. Lanzo el reto al lector, considérelo y por favor escríbame si se le ocurre un caso en donde como Canciller, María Fernanda Espinosa haya logrado un mínimo reconocimiento internacional al Ecuador.
Recientemente la Canciller ha intentado en los medios de justificar la licencia para dedicarse a su campaña por el cargo de la presidencia de la Asamblea General de la ONU. Ha señalado que el país debe apoyarle, que tenemos que ponernos la camiseta del Ecuador. Esta es su propuesta, que los ciudadanos nos pongamos una venda en los ojos, y apoyemos solo por el hecho de que ella sea ecuatoriana.
Pues bien, así no funciona la razón ni el apoyo de los ciudadanos. No somos incondicionales, somos pensantes. Nosotros tenemos presente la defensa a ultranza por parte de Espinosa de la mafiocracia de Venezuela (incluso cuando el Presidente era más crítico), el apoyo a la dictadura corrupta y sangrienta en Nicaragua; Correa, Maduro, Ortega: está claro el tipo de líderes “demócratas” que consiguen su compromiso y admiración.
Asimismo queda demostrado la prioridad que la Canciller da la protección de los derechos humanos. Los ecuatorianos, puestos la camiseta de nuestro país, no nos olvidamos del descalabro con Assange, y como este ha dejado a la honra del Ecuador a nivel internacional. Y, jamás olvidaremos el rol tan nefasto como ausente de la Cancillería en la crisis de la frontera norte y el secuestro de los periodistas. ¿Es que acaso ya está resuelto ese problema y no necesitamos de la presencia de la Canciller? ¿Devueltos los cadáveres? ¿Liberados Vanesa Velasco y Oscar Villacís? Tal parece que el aporte de Espinosa será el mismo, cero; solo que ahora con licencia.
La incondicionalidad solo tiene sentido en temas íntimos y personales (y aun así no me convence). En el ámbito público, es pura irracionalidad. ¿Saben quién lo exigía? Rafael Correa. Durante 10 años los poderes públicos se hicieron a la idea que los ciudadanos les debíamos incondicionalidad (sino eran infantiles, estaban vendidos, eran conspiradores). Normal que Espinosa lo requiera, pero así no funciona la gente.
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