Las canastas y el IVA

Dicen los voceros gubernamentales que el último aumento del IVA va a afectar solo a unos pocos productos de la canasta básica. En eso tienen razón. En lo que están equivocados es en usar la canasta básica para cualquier cálculo relevante en este país.

Para ver por qué es un error, es importante entender lo que es una “canasta” en el sentido económico de la palabra. Porque una canasta de bienes, que obtiene su nombre del artilugio que se cargaba en el brazo y se llevaba al mercado para transportar las compras del día (una canasta), no es cualquier grupo de bienes o servicios, sino que son aquellos seleccionados para reflejar las costumbres de consumo un importante número de hogares.

Y si se busca reflejar lo que compran los hogares es porque mirando los precios de esos bienes se puede saber cómo se ve afectado su poder de compra cuando, por ejemplo, hay inflación. Para fijar qué productos se incluyen en una canasta, lo normal es encuestar a un número significativo de familias, ver qué consumen cada mes, cuánto compran y dónde lo adquieren. La última vez que el INEC hizo eso fue en el año 2012, cuando encuestó a 153 444 personas en 39 617 hogares.

Luego, con toda esa información, se calculó una “canasta promedio” (nótese que es promedio y no es básica). Y desde el año 2015, se calcula la inflación con base en el cambio del precio de esa canasta familiar promedio. Por cierto, hasta el 2014, la inflación se calculó con base en la encuesta que se hizo en el 2004.

Hasta aquí todo bien porque la inflación (y algunas otras cosas más) se están calculando con base en lo que consume una familia promedio del Ecuador. Un promedio entre familias grandes, familias chicas, pobres, ricos, serranos, costeños, etc., pero que representan lo que es el Ecuador en su totalidad y, sobre todo, al Ecuador actual.
El problema viene del uso de la tan cacareada canasta “básica” porque esa es el resultado de una encuesta de 1975. Sí, la canasta básica se basa en una investigación hecha en las zonas urbanas del Ecuador hace más de 40 años.

Pero esa canasta ni siquiera refleja lo que consumía una familia promedio de hace cuatro décadas, sino lo que consumía el 20% más pobre de la población en 1975 (por eso en 1992 la bautizaron como “básica”). Y en esa canasta, en lo que consumían probablemente los bisabuelos pobres de quienes han conformado un hogar actual, en esa famosa canasta “básica”, la verdad es que los productos con IVA tienen un peso muy limitado.

¿Pero qué relevancia tiene ese dato? ¿Tiene alguna importancia saber cómo afecta el IVA del año 2016 a lo que consumían las familias pobres de las zonas urbanas en 1975? Evidentemente no. Claro que la prioridad no es dar datos relevantes, sino tratar de convencernos de una realidad que, a estas alturas, ya no existe ni en las mentes más dogmáticas.

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