En sí mismo el testimonio no puede ser más vibrante y algunos dirán que concluyente: que en un solo día tres de los escritores de opinión más connotados se dediquen al análisis del mismo personaje -un obispo católico, un filósofo de profesión y un comunicador social-, nacido hace 100 años en una dependencia colonial entonces francesa, suena casi como abrumador.
Así lo destacó el representante de la empresa que lleva adelante sus publicaciones, cuando puntualizara: “A un siglo del nacimiento, Albert Camus sigue gravitando como una figura mítica de la literatura francesa mundial, de los barrios populares de Argel al Premio Nobel de Literatura, cuando contaba con 44 años. ‘El extranjero’, publicado en 1942 y traducido desde esa época a unas 40 lenguas, es un “bestseller”. ‘La peste’ vendió más de cuatro millones de ejemplares y las ventas en general de sus libros han ido creciendo a un ritmo de 4,5% cada año, según los datos de su editor francés, entre el 2008 y el 2012, quien volvió a enfatizar que considera a Camus como ‘el escritor francés más famoso del siglo XX, al que más se le cita y también el más traducido”.
Quizás solo faltara para iluminar un cuadro algo más genérico de la situación del panorama, añadir con uno de los principales críticos literarios, la evidencia de que más allá de las conmociones políticas de la Segunda Guerra Mundial y tal vez por el hecho de haber salido de ella indemne, la ciudad de París ha recobrado, con mayores motivos una vez eclipsados Berlín, Praga y Viena, el papel de capital cultural y artística de Europa. Todas las novedades y las modas siguen pasando por las orillas del Sena, y en particular la literatura y el teatro tienen en París una vida más intensa que en cualquier otra ciudad del mundo”.
De todas maneras para el conocimiento, la discusión e inclusive el rechazo de Albert Camus, resulta claro que sigue siendo un instrumento privilegiado de abordaje y por eso digno de recomendación, la obra reveladora del comentarista Charles Moeller, tan ligada a la universidad de Lovaina. De acuerdo con el esquema que fuera planeado por el religioso belga, autor del amplio fresco del asunto al que se refiere su obra: ‘Literatura del siglo XX y cristianismo’ Albert Camus -muerto en un ‘absurdo’ accidente de tránsito el 1944 en una de las autopistas que envuelven a la capital francesa-, ‘El silencio de Dios’ está encabezado precisamente por Camus, e incluye a continuación a cumbres tan nítidas como André Gide, Aldous Huxley, Simone Weil, Graham Greene, Julien Green y Georges Bernanos.
Huelga decir que hasta los epígrafes del volumen son elocuentes y reveladores: “Y sin embargo, Dios no ha dicho absolutamente nada”, de Robert Browning; “En nuestro pobre y pequeño mundo, el dolor es el buen Dios” y también el versículo de Isaías: “Mis caminos no son vuestros caminos”. Inclusive ya dentro del desarrollo, constan la nota de André Gide, “Sigo siendo hijo de esta tierra” y otra del propio Camus: “En el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”.