El Gobierno adelantó la campaña, ya tiene candidato, publicidad, viajes y gastos; lo que no tiene es una base de sustentación. La obligación del Gobierno es gobernar el tiempo que falta, afrontar el problema económico y mantener una sana neutralidad en el período electoral. Tal vez los estrategas anhelan una agitada campaña como distracción para que el gobierno pueda deslizarse sin hacer olas el año y medio largo que le queda.
Nadie ofrece esperanzas al candidato de Gobierno. Con índices de aprobación y credibilidad del gobierno y del Presidente ya por debajo de 10 puntos, si hemos de creer en las encuestas, parece inalcanzable la victoria. Lo importante será que el candidato esté convencido y que cuenten con recursos para la promoción; lo uno y lo otro parecen asegurados, lo demás será esperar que los demás candidatos se pongan nerviosos y arranquen la campaña electoral.
No será una campaña normal. Tendremos al menos dos decenas de candidatos. Lo extraño es que harán una campaña bonachona que no acose al Gobierno. Al menos los candidatos con más posibilidades pensarán que una arremetida en contra del Gobierno puede ser peligrosa, no querrán que vuelvan los aventureros con intenciones golpistas y echen todo a perder.
La lucha por el control del Consejo Nacional Electoral demostró el nivel político en que vivimos. Pueden producirse los pactos más inverosímiles, las traiciones menos esperadas, la ingenuidad más sorprendente, todo entre sombras, pues ya se sabe que los políticos ni dicen lo que sienten ni hacen lo que dicen.
A la política le llegó hace tiempo el fin de la racionalidad. Ahora imperan las emociones y la magia. Los electores no piden estadistas sino magos, taumaturgos, caudillos que ofrezcan quimeras. Ahora parece concretarse aquí esa proclama insignia del mayo francés: “sed realistas, pedid lo imposible”, no como invitación a soñar sino como sumisión ante la mentira. Los líderes también se han entregado a la magia y creen que para llegar al poder es suficiente el carisma y que no hace falta ideología, partido, programa ni equipo de gobierno.
En el país que más utiliza el Facebook, según el barómetro latinoamericano, nadie puede adivinar el talante que tendrá la campaña dominada por redes sociales que difunden instantáneamente la información, la mentira y la agresión. No podemos anticipar quién entregará el mensaje dominante, el candidato, el internauta anónimo, el hacker o el publicista. Quién generará los relatos que construyan la realidad y decidan los resultados y la suerte de la nación. Puede ser que el circo del MIES sea el nuevo protagonista de la campaña.
Mientras tanto la realidad seguirá empeorando lentamente a medida que aumenta el desempleo, la inseguridad, la corrupción que son, según el barómetro latinoamericano, los factores más importantes que provocan que los ecuatorianos desconfíen de los partidos, de las instituciones y de la democracia.