Un cambio de tono

La semana pasada, después de haber enviado mi contribución semanal para esta página, vino a mi conocimiento la entrevista que el nuevo Ministro de Cultura concedió al diario El Telégrafo el día miércoles 3 del mes que corre. Lamenté no haberla conocido un par de horas antes, porque entendí enseguida que, pese a su brevedad, las declaraciones del ministro Borja merecen ser destacadas. Me propongo hacerlo ahora, aunque de un modo tardío, porque no quisiera dejar que caiga en saco roto un criterio tan importante, que representa por sí mismo un cambio de tono indudablemente positivo.

Luego de haber ponderado el valor que tuvo la reciente Feria del Libro, el Ministro respondió varias preguntas que se refieren a la Ley de Cultura, y dijo expresamente que en su texto deben trazarse la organización y las normas fundamentales para el funcionamiento del Sistema Nacional de Cultura, en el cual, por mandato de la Constitución, deben integrarse todas las instituciones de cultura propias del sector público. Resaltó la importancia que tendrá la puesta en marcha de una Subsecretaría de la Memoria Social, cuya tarea debe ser la normalización del funcionamiento de la red de museos, bibliotecas y archivos, para lo cual deberá hacerse un inventario de lo que ya existe en el país; puso de relieve la necesidad de encontrar un adecuado sistema de relación entre el Ministerio y la Casa de la Cultura, cuya autonomía reconoció como necesaria, pero integrada en la ejecución de las políticas culturales cuya formulación compete al ente ministerial; hizo algunas observaciones sobre los premios nacionales que concede anualmente el Ministerio, y terminó afirmando que es necesaria la organización de un “gabinete de cultura”, como un “espacio” para debatir las cuestiones fundamentales que atañen a una “revolución cultural”, que no alcanza solamente a las artes, la literatura y el pensamiento, sino también nuestros comportamientos sociales, nuestra relación con la naturaleza, nuestro modo de usar el tiempo libre.

No puedo menos que felicitar al ministro Borja por tan claras, concretas y positivas declaraciones, que revelan una visión muy pertinente de los complejos temas a los cuales debe enfrentarse su gestión. Si no me equivoco, desde los tiempos de Antonio Preciado y Galo Mora no habíamos escuchado palabras tan constructivas y certeras respecto a la relación del Estado y la cultura. No obstante, me asalta una preocupación: esas tareas que el Ministro considera apropiado encargar a un “gabinete de cultura”, ¿no son acaso las que se esperaba que cumpliera el Consejo Nacional de Cultura? ¿Se trata de reemplazar un organismo que se ha vuelto pesado e ineficaz por otro que ofrezca mejores garantías de alcanzar un resultado positivo? Espero que esta idea, como todas las demás que fueron apenas insinuadas, vayan clarificándose en el curso del trabajo inmediato de un Ministerio que por fin parece haber encontrado un conductor responsable y competente.

ftinajero@elcomercio.org

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