¿Cambio de época universitaria?

Como siempre, parto de hechos positivos. Se destaca la política de becas que ha permitido que estudiantes ecuatorianos vayan a las mejores universidades del mundo. Es una gran inversión y una loable apuesta a la sociedad del conocimiento, que a países pequeños como Singapur y los tigres del Asia les permitió saltar al primer mundo y ubicarse en los primeros puestos en desarrollo humano, competitividad, transparencia, combate a la corrupción.

En este cambio de época también existen retrocesos con la vigencia de la Ley de Educación Superior. Los hechos, documentos y testimonios hablan más que los discursos y la propaganda oficial.

Se estableció un nuevo sistema universitario, se crearon nuevos consejos y otras instancias del sistema de educación superior. Se enfrentaron a la mediocridad y a la proliferación de universidades, muchas de ellas de mala calidad y que fueron cerradas.

La nueva era habló de la meritocracia, la necesidad de contar con profesionales de cuarto nivel (PHD), lo cual es loable pero tampoco es una garantía si primero no existen seres humanos, respetuosos de los principios y de las libertades consagradas universalmente y plasmadas en la Constitución, que no se cumplen.

A los militares se les quitó hace pocos años el manejo del IAEN en medio de un silencio cómplice a cambio de mayor atención y recursos, que bien lo saben aunque sean obligados a decir lo contrario, y se generó una gran expectativa. Se estableció la Universidad de Postgrado. Se nombró a un destacado científico, Arturo Villavicencio, que a tiempo se dio cuenta del rumbo y abandonó el proceso. Hoy camina a la deriva. Con graves acusaciones que han documentado docentes, investigadores y personal administrativo, que denunciaran autoritarismo, abusos de poder, atropellos, maltrato, problemas académicos, desigualdad salarial, malas contrataciones por sobre la ley.

Con razón, el gobierno criticó del pasado la proliferación de maestrías, que se ofertó hasta en campos inverosímiles, pero hoy se repite. Se planteó a la Asamblea maestrías sin sustento académico que, como testimonian ex decanos y profesores, ni siquiera fueron pedidos por quienes están involucrados. Tampoco, como manda la ley, fueron consideradas por el Consejo Académico y las Escuelas. Igual, sin estudio interno, se creó un observatorio de medios de comunicación.

Contratan a través de la figura de los prometeos (extranjeros que vienen a entregar su experiencia luego de desdeñar a los profesores ecuatorianos) con salarios muy superiores a los nacionales y lo más grave, según las denuncias que no han tenido respuestas, sin presentar planes de trabajo ni títulos de doctores ni maestrías. Por ello se pidió la intervención de la Contraloría. ¿Este es el ejemplo de universidad pública de altos estudios nacionales y puede pasar así la evaluación?

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