Cambio de matriz productiva

Tr as la ceremonia de posesión efectuada el pasado viernes, el Presidente de la República ha anunciado que uno de los principales ejes de su Gobierno para los próximos cuatro años será el cambio de la matriz productiva.

Esta cuestión es fundamental. Sin desconocer todo lo hecho durante estos últimos seis años en materia social, considero que este anuncio del Presidente, más allá de la retórica que nos tiene acostumbrados, es realmente revolucionario. Asume por una parte las debilidades que ha tenido por décadas el Ecuador y lo inserta de manera estratégica en una senda de progreso y desarrollo.

El Ecuador, al igual que la mayoría de los países de la región, se ha caracterizado por basar su economía en la producción y exportación de bienes primarios, con bajo nivel de industrialización. En el 2012, por ejemplo, la composición de nuestras exportaciones fue la siguiente: USD 10 781 millones en petróleo, USD 4 072 millones en productos no tradicionales, USD 1 568 en banano, USD 964 en camarón, USD 305 en cacao y USD 244 en atún y pescado, USD 190 en café, entre otros. Todo sumó USD 18 127 millones.

Otro de los factores que se debe tomar en cuenta es que no existen reservas de petróleo para más de 10 años. Si tomamos en cuenta que cerca del 59% de nuestros ingresos depende del petróleo, al no existir este ingreso no tendríamos divisas para sostener las importaciones y el actual nivel del gasto público. Según datos del Banco Central del Ecuador, la balanza comercial acumulada no petrolera en el 2012 fue de -USD 6 102 millones.

De allí que, asumiendo con responsabilidad el escenario futuro, el Gobierno ha asumido como eje el cambio de la matriz productiva. Es decir, dejar de depender de la producción de bienes primarios para sustituirlos por otros con mayor valor agregado. Eso no es fácil ya que requiere tiempo y sobre todo generar condiciones propicias para ello: apoyo decidido al aparato productivo; políticas públicas acertadas y estables a largo plazo; incentivos tributarios y arancelarios; inversión extranjera que implique transferencia de tecnología; tratados de comercio acordes con el cambio de la matriz productiva; trabajo conjunto entre sector productivo y centros de investigación de las universidades; desarrollo del talento humano; entre otros.

Por ello, el desafío y trabajo encomendado al vicepresidente de la República, Jorge Glas, es grande. Creo que no solo es clave la existencia de leyes y políticas adecuadas, sino también la participación activa de todos.

En ese sentido, el diálogo y participación es fundamental, sobre todo en aquellos puntos en los que no hay acuerdo. Cualquier diferencia deberá ser superada, ya que no estamos hablando de intereses particulares, sino los del Ecuador como tal.

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