@VicenteAlbornoz
Después de un primer semestre altamente inflacionario, todo indicaría que la segunda mitad del año va a ser de baja inflación.
El primer semestre del 2015 fue, en términos de aumentos de precios, uno de los peores desde que estamos dolarizados o, más precisamente, desde la estabilización posdolarización. Los precios en el Ecuador empezaron a crecer moderadamente desde enero de 2003. En realidad, ese fue el último mes en nuestra historia en que tuvimos una inflación de dos dígitos (10,1%). Pues la inflación del primer semestre 2015 es la segunda más alta desde esa estabilización y solo la supera la del primer semestre de 2008.
¿A qué se pudo deber ese disparo inflacionario? En resumen solo hay un factor que pudo acelerar el aumento de precios a ese nivel: las salvaguardias. Porque todos los restantes “sospechosos” están ausentes.
A las posibles causas de inflación (que hoy no se pueden encontrar) se las podría agrupar en las externas (sobre todo precios de materias primas importadas) y las internas (básicamente el gasto público y demanda de los hogares).
Dentro de las causas externas, los precios de las materias primas a escala internacional están bajos y bajando. Eso significa que mucho de lo que Ecuador podría importar está barato, bajando de precio o ambas cosas: hierro, cobre, trigo, abonos y plásticos caen en esa categoría. Esto significa que no estamos trayendo inflación de afuera. Y tampoco la estamos produciendo adentro. Los factores que dispararían la demanda en el país (y que de esa manera podría hacer que los precios suban) son el gasto público y el gasto de los hogares. El sector público, con el precio del petróleo tan bajo (y bajando), no está con recursos como para subir su gasto y más bien lo está contrayendo. Los hogares están preocupados y tratan de gastar lo menos posible, de manera que por el lado de la demanda no hay por dónde generar inflación.
Así que por descarte, se puede concluir que el único factor que puede explicar el salto de los precios en la primera mitad de este año son las salvaguardias, más aún si dos terceras partes de ese aumento vinieron del alza de los precios de alimentos y de transporte (comida, vehículos, repuestos, neumáticos fueron afectados por las salvaguardias).
Pero a estas alturas, la economía ya debería haber digerido el golpe de las salvaguardias y ante la ausencia de otros factores inflacionarios, lo que resta del año debería tener precios mucho más estables. Es más, el mes de julio (con una caída promedio de un milésimo en el precio de la canasta familiar), ya anuncia un semestre de poca inflación.
Ojalá sea así, porque los rápidos aumentos de precios afectan más a los más pobres. Y para el país sumar una alta inflación a El Niño, el Cotopaxi, el bajo precio del petróleo y las predicciones de Santa Marianita, sería como juntar demasiadas desgracias.