Es el tiempo de los buenos propósitos. De las enmiendas. Y sobre todo de los buenos deseos, de las promesas y de las buenas intenciones. Ahí van algunos:
Que hagamos más y hablemos menos. Que invirtamos más en educación y salud, y menos en propaganda. Que cambiemos la caridad y los bonos, por trabajo.
Que se cumpla el pico y placa. Que la vía exclusiva del trole sea para el trole y no para funcionarios apurados. Que el Grupo de Intervención y Rescate (GIR) sirva para atrapar chulqueros, narcos, secuestradores, desmantelar bandas y sicarios y no para incautar revistas o apuntar con sus armas a la prensa. Que la prensa se equivoque menos y que investigue más. Que no nos saquemos la madre por ser taurinos o antitaurinos, correístas o no correístas. Que cambiemos los insultos por el debate de ideas.
Que el Presidente pueda caminar tranquilo, sin guardaespal-das ni francotiradores. Que no vuelva a apagar incendios lanzando gasolina. Que la oposición se arme de inteligencia. Que los partidos (si queda alguno) renueven sus cuadros. Que tengamos que gastar menos en elecciones y consultas para invertir más en diálogos y consensos.
Que no se acuse sin pruebas. Que se encuentren las balas perdidas. Que la justicia vuelva a parecerse a la señora de la balanza. Que las leyes se cumplan. Y que se hagan nuevas leyes que se puedan cumplir y que no sean saludos a la bandera. Que los intelectuales vuelvan a serlo. Que tengamos más planes A, que planes B escondidos. Que nadie tenga miedo a decir lo que piensa. Que se juegue limpio. Que se gaste menos en armas y aviones y más en combatir la pobreza. Que se rindan cuentas. Que tengamos más paz y menos violencia. Que no tengamos sobresaltos como los del 30 de septiembre. Que cada quien cumpla con su trabajo. Que no se entreguen contratos a dedo. Que las compensaciones sean justas. Que no haya más estados de excepción. Que seamos solidarios. Que no se necesiten palancas. Que se cumplan las “últimas consecuencias”. Que empecemos a construir democracia. Que se debata con argumentos. Que no se criminalice la protesta. Que se respeten los derechos de las personas (y los de la señora naturaleza). Que no haya impunidad. Que nos pongamos de acuerdo. Que podamos caminar seguros, sin miedo a robos y asaltos. Que sepamos las reglas del juego. Que destruyamos menos y construyamos más. Que seamos valientes pero no intransigentes. Que creamos en algo. Que sepamos perdonar. Que reconozcamos cuando nos hemos equivocado. Que podamos rectificar. Que no se nos quite el sueño de un mundo mejor. Y las ganas de construirlo.