El triunfo de Jair Bolsonaro para obtener la presidencia de Brasil es indiscutible, pero no emblemático. En el fútbol es posible intentar imitarlos; pero en lo político, hay diferencias que, en la hora actual, marcan rutas distintas. Brasil responde a una realidad cultural absolutamente diferente al resto de América Latina. Los grilletes en ese país son institucionales, principalmente federativos. O aceptan la democracia representativa (división de poderes) o se arriesgan a una dictadura básicamente militar que si la han probado.Al presidente electo le cae directo el viejo estribillo: “ Una cosa es con guitarra y otra con violín “. Somos vecinos, pero diferentes por la historia y la evolución cultural, siempre marcados por un destino bifurcado; así fue dispuesto desde los tiempos de la Bula Papal Inter Caetera y el Tratado de Tordesillas al final del “Cuatrocento”: esto para los hispanos y lo otro para los de portugueses.
En plena Guerra Fría, en 1964, una dictadura militar brasileña – utilizando las extremos métodos franceses de la guerra contra Argelia- hizo escuela en Uruguay, Argentina y Chile, hasta que culminó en una tenebrosa operación internacional denominada Cóndor.
Hoy la situación es diferente y a pesar de los exabruptos y de la vocinglería de los populismos de izquierda y de derecha predomina el marco referencial de la democracia representativa.
Sigue, vigente la cáustica expresión de Winston Churchill, primer ministro del Reino Unido, respecto a la democracia: “No es la más perfecta, pero de las que hay es la mejor conocida “.
La situación brasileña luego de las elecciones, obliga a recordar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en México. En el país azteca, los áulicos de la derecha extrema exclamaron que estaba por llegar el fin del mundo; ahora les toca a los del otro lado, a la extrema izquierda que despavoridos afirman que una dictadura militar gobernará el Brasil.
Desde el Ecuador se observa el proceso con cautela y reflexión. Somos diferentes, muchos más ahora cuando la fuga de un procesado por actos cometidos en el gobierno anterior se convirtió en un “Problema de Estado” y se armó una alharaca ejecutiva y legislativa. No hay otro asunto de interés, pues políticamente somos abúlicos. Esto, bajo la sospecha de que el prófugo escapó bajo un manto protector del mismo patio.
Lo que sucedió es que volvieron las palabras evangélicas:” Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. Es decir, parecen lo mismo, los de “antes y los después”; los sanos de espíritu son minoría. Por eso, regresando a Brasil y ensayando una comparación, es válido recordar que solo Garrincha por la punta derecha del Botafogo o del “Scratch “ podía hacer malabares con el balón , como en Ecuador se hace con los grilletes. Desconocíamos que, en otros campos, ese arte o tecnología avanza, incluso sobre la ética.
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