Las botas puestas

No puede negarse que causó sorpresa la decisión del asambleísta Paco Moncayo de adherirse al movimiento Ruptura 25, originalmente una de las tendencias que formaban filas dentro de los grupos gubernamentales, pero que ahora se ha convertido en uno de los críticos más ácidos de la gestión del Gobierno.

De hecho el mismo Moncayo creyó indispensable ofrecer una explicación de su resolución y entonces dijo al noticiero de una radiodifusora, que no solo hay que apoyar a la gente joven y permitir el relevo, sino también observó que “un soldado de la democracia tiene que morir con las botas puestas”.

Además, formuló otras aseveraciones cargadas de sentido. Una fue que “no pueden irse cuando la lucha está por darse”, con alusión a la próxima campaña electoral de febrero del 2013, y sobre todo que “ahora apoyo a la nueva socialdemocracia, que es Ruptura, y que ya pasó de la etapa de la adolescencia política”.

Recordó que en 1998 aceptó la invitación del ex presidente Rodrigo Borja, de acompañar a la Izquierda Democrática, porque Moncayo cree en los principios de aquel partido: “Justicia social, libertad y la igualdad”. Desde entonces comenzó su carrera política. Fue jefe del bloque en el desaparecido Congreso y ha desempeñado otras funciones de importancia, pero recalcó de manera particular la tesis de que lo “responsable con la democracia es impedir que un solo sector político participe en las elecciones”.

Por cierto hay que reconocer que Moncayo no ha ejercido un papel central en la presente Asamblea, como muchos creyeron que sí lo desempeñaría dados los antecedentes que ilustran a su figura, particularmente su actuación en el Cenepa, de 1995, cuando dirigiera la victoriosa defensa militar ecuatoriana, frente a la agresión del Perú, y también el desempeño de dos períodos como Alcalde de Quito, cuando rescató el irreemplazable casco colonial, al exitoso final de un proceso complejísimo de negociación con los vendedores ambulantes.

Los numerosos, fluidos y cambiantes bloques o minibloques de asambleístas, no han logrado estructurar una actuación orgánica ni sistemática de oposición y han incumplido una tarea esencial en democracia . Claro que la Constitución de Montecristi dio al país un método de gobierno que es notoriamente ‘presidencialista’; claro también que la multitud de tendencias entre los legisladores ha dificultado hasta el extremo que Moncayo brillara como era la recóndita esperanza de muchos ciudadanos. La falta de verdadero liderazgo brotado desde la Asamblea, quedará como la más notoria debilidad de estos años .

La marcha contingente de los sucesos dirá si las novedades del fin de semana -Moncayo, Alberto Acosta- acaban favoreciendo lo que advirtiera el propio Moncayo: “Lo responsable es impedir que un solo actor político participe en elecciones”.

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