Organizaciones ecologistas de México buscan que la implantación de cocinas a leña eficientes, que reducen la contaminación, se financie mediante la venta de bonos de carbono en los mercados voluntarios.
Para consumir menos madera y abatir los problemas respiratorios del humo de los fogones tradicionales, dos organizaciones no gubernamentales desarrollaron cocinas a leña eficientes en Quintana Roo.
“En la región, la mayor parte de familias rurales usan leña. Empezamos con una serie de talleres para saber qué tipo de estufas hay en el país”, dijo a Tierramérica la coordinadora de ecoturismo y ecotecnias Dulce Magaña, de U’yo’olché (“retoño de árbol” en lengua maya), responsable de la iniciativa junto al Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza (FMCN).
U’yo’olché, fundada en 1999, se dedica al manejo forestal comunitario, el ecoturismo y el monitoreo de biodiversidad en Quintana Roo y en estados vecinos de Yucatán y Campeche.
El esfuerzo arrancó en el 2006 con el reparto de cocinas Patsari, uno de los modelos más comunes en México, hecho de arcilla y cuya fabricación cuenta con subsidios federales y estaduales.
Pero la arcilla es escasa en la región. Entonces la organización hizo una adaptación técnica para elaborar el modelo Túumben K’óoben (fogón nuevo), echando mano a materiales locales: tierra blanca, jugo de nopal, cal y cáscara de elote. El diseño básico es una estructura hueca de ladrillo y cemento, una cámara de combustión donde se coloca la leña, dos o tres fogones metálicos y una tubería para la salida del humo.
Ya se entregaron más de 2 000 cocinas mejoradas, la mitad de ellas con el nuevo modelo. Y el paquete incluye una olla solar.
Trece por ciento de los casi 117 millones de habitantes de este país usa leña para cocinar. Se estima que el consumo de esa biomasa es de 2,5 kilogramos diarios por persona.
Y cada año se producen 4 000 muertes por enfermedades relacionadas con el humo en el hogar, según la Alianza Global para Estufas Limpias, una red de gobiernos, universidades, empresas y ONG.
Con “la entrega y capacitación en el uso de ollas solares y estufas ahorradoras, se ha logrado reducir el consumo de leña en comunidades rurales del país”, dijo a Tierramérica el director general del FMCN, Lorenzo de Rosenzweig.
Se consume menos madera y se elimina el humo, se reducen los riesgos de accidentes, la economía familiar mejora, las mujeres disponen de más tiempo para otras actividades, como educación y trabajo, y todo eso repercute en que los derechos femeninos se fortalecen y se eleva la calidad de vida. Además, Un fogón tradicional emite 7,14 toneladas de dióxido de carbono (CO2) por año, mientras una olla solar y una ecoestufa ahorran hasta cuatro toneladas en el mismo período, según FMCN.