Casi siempre, distraídos en los juegos pirotécnicos ideológicos en el Ecuador no se debate temas de fondo.
En el país hay demasiada gente para tan poca cama. Ya no entra uno más.
Nuestra pequeña geografía es la de mayor densidad poblacional en América del Sur, 47 habitantes por km².
En el planeta cada día se incorporan 250 000 seres humanos que compartirán con nosotros agua, alimentos y tierra.
Cada día, así mismo se agotan los acuíferos, se reducen los alimentos y la deforestación limita la producción de aire limpio.
Sin necesidad de comparar cifras y llenarse de estadísticas insulsas resulta fácil ver nuestros barrios periféricos y poblaciones pobres aglomeradas de personas deambulando por calles maltratadas.
No hay servicios y los costos para llegar con los mismos son altísimos. Las condiciones de salubridad son miserables. No existen posibilidades de trabajo, por lo mismo los ingresos familiares son elementales.
Los niños famélicos que se divierten en las calles, entre polvo o lodo, según el clima, se convertirán en el futuro en víctimas de una sociedad violenta y agresiva.
La discusión en el mundo sobre temas demográficos y poblacionales lleva varios años, son diversas las lecturas e interpretaciones, esas controversias van desde lo religioso a lo puramente numérico.
En nuestro país se vuelve indispensable, urgente, una definición sobre políticas poblacionales.
Alguna vez le planteé el asunto, en una entrevista radial al propio presidente Rafael Correa, en aquella ocasión desestimó la inquietud, por ventaja, a los tres años algo cambió, escuché al Jefe de Estado tratar la cuestión y subrayar su preocupación.
Mientras se habla de educación superior, de minería, de uso del agua y otros múltiples asuntos nadie se detiene a considerar que todo ello suena saludable, siempre y cuando se considere el número de personas que pisarán esta geografía cuando esas normas o políticas se apliquen.
La ‘bomba demográfica’ puede pulverizar cualquier iniciativa económica, social, cultural o política de una sociedad.
Es fundamental saber el número de miembros de la familia nacional para disponer los cuartos, la escuela, el vestuario, los paseos, el carro o la televisión que usarán los miembros del hogar Ecuador.
Ninguna política nacional será exitosa sin que antes sepamos cuántos seres humanos se sentarán a la mesa a la hora del almuerzo.
A ver si alguna vez, en lugar de fanfarrea y jolgorio el país total se concentra en temas centrales y quizás construidos en coincidencias.