¿Cómo el pensamiento de un hombre que nació hace algo más de dos siglos y que actuó en la América de la Independencia, tiene sentido para orientar nuestra acción hacia el futuro, sin volver su figura objeto de sacralización?
Para contestar esa pregunta la víspera de un nuevo aniversario del nacimiento del Libertador, debemos advertir primero que el bolivarianismo no es una tendencia aséptica. Es una forma de entender la política entre nosotros y de asimilar la máxima figura de la independencia para justificar proyectos políticos concretos y específicos.
Luego de casi dos siglos de sucesivas formulaciones históricas en las que se llegó a sacralizar o canonizar a Bolívar, el bolivarianismo ha llegado a ser parte de la ideología de consumo del presente. Hay ahora un Bolívar para cada uso y abuso. Bolívar ya no es solamente un espacio de la discusión ideológica y justificación de proyectos políticos, sino también un elemento de consumo que sirve igual para poner el nombre a las calles de las ciudades, para coronar reinas de belleza o para dar mayor realce a determinados actos sociales.
Nuestra tarea presente es ir más allá de la sacralización del Libertador, para valorar lo que representa su legado. Vamos de la canonización a la búsqueda del Bolívar necesario. Para ello hay dos elementos que deberían ser destacados.
El primero, Bolívar como ningún otro hombre en el mundo, ni antes ni después de él, entendió el problema de la identidad latinoamericana. Las Cartas de Jamaica están llenas del profundo contenido de la unidad latinoamericana y su identidad. Este es un hecho básico y fundamental. Y otro hecho fundamental es que Bolívar, temió, sospechó, que el crecimiento de los Estados Unidos no era precisamente la condición para que el continente creciera con la “hermana mayor” y los menores alrededor, sino que para que ese estado grande se consolidara en el norte, y se transformara con el tiempo en polo de explotación internacional mientras se dispersaba América Latina.
Soy desafecto a calificar a Bolívar como pionero del antiimperialismo. El imperialismo es un fenómeno histórico posterior a sus días. Pero creo que en la forma en que él entendió la identidad latinoamericana y el peligro externo, hay semillas de una postura que devendría en antiimperialista. Se ha repetido mucho que Bolívar intuyó la necesidad de la unión latinoamericana. Desde luego que lo hizo, pero no hay que olvidar que la pensó sin los norteamericanos y no como luego terminó consolidándose la OEA.
Decir esto no es decir poco; porque no hay ningún otro hombre de América en que pueda rescatarse semejantes dos características en su acción y en su vida. Por eso las conmemoraciones bolivarianas deben ser ocasión para buscar al Bolívar de aquí y ahora. No para repetir frases de cajón o consignas gastadas.