Bicentenario y candidaturas

2020 es un año crucial para los guayasenses, social cristianos y partidarios fervientes de Jaime Nebot. Coinciden, pues así son los caprichos del calendario: el bicentenario de la independencia de 1820 y el año pre electoral inmediato al 2021. Por supuesto, la gran incógnita es si el líder del PSC lanza su candidatura, lo que al mismo tiempo significaría que su oponente Guillermo Lasso, acepte competir en una final de box; o, si la otra tira la toalla, pueda tener una campaña con buen viento y buena mar.

La historia parece repetir interrogantes: ¿Vendrá Velasco Ibarra…? ¿Los militares dejarán que don Assad sea candidato…? En Argentina con esperanza o desconcierto ¿regresará Perón que nunca se fue” …

En este contexto, el bicentenario de la independencia que es un momento histórico de celebración continental- no solo de la ciudad octubre, como sostienen los ilusos federalistas - resulta una encrucijada política para el ex alcalde de Guayaquil.

El resto del país, principalmente la capital de la República, ¿deberá asimilar esta encrucijada solo como actores colaterales y ubicados en la platea del escenario? Si lo admitieran, sería un despropósito; pues es la oportunidad para que revisen con agudeza su actual participación en el destino del país. Deben recordar, las eminencias del presente, que no fue un accidente el 10 de agosto de 1809 ni el previo complot de diciembre de 1808; la masacre al pueblo quiteño el 2 de agosto de 1810 o la culminación continental del 24 de mayo de 1822. Ojalá se catalicen para el bien nacional las experiencias políticas, diplomáticas y burocráticas que acumulan; además, que abran las puertas de los fundos intelectuales – universidades y corporaciones -donde se han acurrucado las élites contemporáneas. Hay que salir de Versalles para evitar una nueva Bastilla.

En esta situación – ¿líder jubilado? - los del PSC deben contratar un seguro de vida amplio, pues corren el peligro de presentar listas sin padrino y ser los últimos en cerrar el periodo histórico de los partidos políticos.

Ante tal situación, en el amanecer del 2020 electoral, tendrán que promover un pacto efectivo que los garanticen el futuro inmediato. Para tal propósito, la derecha deberá participar con una candidatura presidencial casi única y presentar listas “light” o entregar su confección a otra agrupación como lo hicieron en la anterior contienda cuando, en un gesto de prodigalidad demencial, cedieron la primera casilla de la lista nacional. Por supuesto, la deserción de una candidatura de primera línea debe ser a cambio de la hegemonía en el parlamento. Como dijo Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes: “quid pro quo”. Este pacto se parecería a los inicios del gobierno de León Febres Cordero y el control legislativo por parte de Izquierda Democrática y los socialistas. Terminó en una negociación, luego de la presencia disuasiva de las tanquetas de la Policía que evitó la asfixia del Ejecutivo recién elegido.

anegrete@elcomercio.org

Suplementos digitales