Para graficar la actual dispersión de las candidaturas presidenciales el ex alcalde de Quito Paco Moncayo dijo que sin un frente de alianza la carrera por la presidencia será una guerra de pigmeos contra el gigante oficialista.
Sus palabras pudieran sonar premonitorias. La semana pasada el Partido Socialcristiano y Madera de Guerrero anunciaron la precandidatura de Cynthia Viteri, por fuera de la lógica de la Unidad, un grupo conformado desde hace más de un año por Suma, Avanza y Juntos Podemos.
La jugada socialcristiana desconcertó al resto de integrantes de la Unidad, debilitando sus opciones de cara a los comicios del 2017; augurando un escenario de atomización de candidaturas. De hecho, el prefecto de Azuay Paul Carrasco, uno de sus fundadores, fue mocionado como postulante presidencial, evidenciando una nueva fragmentación.
Así luce el escenario del centro hacia la derecha: varios actores en pugna por los mismos votos.
Aun es una interrogante si la postulación de Viteri es un globo de ensayo, mientras Jaime Nebot gana tiempo y mide si las cifras le garantizan una participación que le permita pasar a la segunda vuelta. Tampoco se puede descartar la hipótesis de que el PSC busque apuntalar su presencia legislativa. Quien ha guardado silencio es el precandidato Guillermo Lasso. Viteri asegura estar solo dos puntos por debajo del ex banquero guayaquileño en mediciones realizadas en junio por Informe Confidencial.
Las precandidaturas de Washington Pesántez, Dalo Bucaram y Jimmy Jairala, a las que pudiera sumarse Andrés Páez, solo ejemplifican el nivel de dispersión, que también pudiera producirse en la centro izquierda. Hay intentos débiles por agrupar las propuestas presidenciales de esa tendencia. Esta es la tesis que promueven Enrique Ayala Mora y el mismo Paco Moncayo, Unidad Popular y Pachakutik. Lo cierto es que cada nueva postulación parece fortalecer el proyecto del gigante oficialista, que todavía camina sin cabeza.