En el Hollywood de la época de oro era conocido el recurso de utilizar actores dobles de las estrellas para escenas de excesivo sensualismo o de extremo peligro. Algo parecido debe haber sucedido con el doble del jurista español Baltasar Garzón que se aparece cada cierto tiempo por el Ecuador, muy adustamente revisa algunos expedientes y probablemente cobra importantes honorarios, a ojos y paciencia de la Contraloría y más ficticios organismos de control.
Resulta muy difícil que este Baltasar sea el mismo que protagonizó estelares titulares en la información universal cuando decidió, contra el vendaval de la derecha occidental, enjuiciar y ordenar la detención de Augusto Pinochet. Por eso generó un amplio beneplácito mundial por compensar a miles de víctimas causadas por el déspota chileno en horas después del 11 de septiembre de 1973 en las calles de la capital y en el Estadio Nacional que se vistió de dolor, después de haber sido la honorable sede del mundial de fútbol de 1962. También fue el que conoció u ordenó la caravana de la muerte que asoló el norte chileno y que disfrutó de una fortuna labrada en el ejercicio del poder.
Ese Baltasar Garzón -el genuino- también persiguió con denuedo los crímenes del franquismo, causa por la que ha sido condenado ante el estupor de la conciencia decente de la humanidad y regocijo de los sátrapas de la extrema derecha.
Ese jurista es un personaje muy distinto al doble que visita el Ecuador y evalúa una restauración judicial pronta a convertirse en uno de los procesos más nefastos de la historia judicial del país. Es imposible que sea el mismo pues, el contratado originalmente como veedor, debe haber conocido el fraudulento proceso constituyente que se produjo en el país. Luego, a pesar de estar atareado ante el embate de los residuos franquistas en las cortes españolas, debe haber conocido los entretelones judiciales del caso El Universo. Es probable que por sus ocupaciones haya ignorado el caso contra los autores de ‘El Gran Hermano’, condenados por causar ‘gran ansiedad’ al presidente. Los que sí debe haber conocido -el verdadero Baltasar- es que el Presidente proclamó el archivo de las causas y sus abogados alegaron una condonación que no correspondía a la voluntad del primer mandatario, dando luz verde para que el proceso siga adelante. Se desconoce si sabe del caso mayor Fidel Araujo, víctima judicial del 30 – S, como también del enredo judicial en la provincia del Guayas que afecta a la imagen del Consejo Transitorio de la Administración de Justicia de cuyas acciones él es un veedor.
En una simpática caricatura, en diario La Hora, Marcelo Chamorro relataba que un ciudadano preguntaba cuándo regresaba Baltasar y su interlocutor contestó: “en Navidad, junto a Melchor y Gaspar”. Conclusión: el que visita al país es un doble, pues nadie puede ser en un mismo ámbito noble y un cínico impune.