Para que las tasas de interés empiecen a bajar en el país se requerirá no solo de una nueva metodología para calcular los tipos de interés, sino una serie de reformas estructurales que fomenten la competencia en el sector financiero y reduzcan el riesgo país. Esto último permitirá reducir los costos de fondeo para las instituciones financieras locales, pero también para las empresas que tienen acceso al mercado internacional.
Desde que el presidente Guillermo Lasso llamó al sistema financiero a reducir las tasas de interés, a inicios de junio pasado, los tipos de interés prácticamente no se han movido. Los depositantes siguen recibiendo alrededor del 1% por sus ahorros. En el caso de los depósitos a plazo, la tasa está en 5,5% anual, un punto menos respecto a lo que se pagaba a finales del 2020.
Esta tasa que las instituciones financieras pagan por los depósitos -llamada pasiva- constituye un piso a la hora de determinar la tasa de interés que cobran las mismas entidades financieras por los créditos -denominada activa-. Si se quiere reducir el costo del crédito habrá que esperar que también bajará la tasa de interés por los depósitos.
Hasta abril de este año, el Banco Central del Ecuador mantenía un esquema con 24 segmentos de crédito; en la actualidad hay 13. Cada uno de ellos tiene una tasa máxima que oscila entre 4,99% para vivienda de interés público, y 28,5% para microcrédito minorista. La metodología para determinar esas tasas no es transparente y no refleja los ciclos económicos, ya que las tasas no han variado en épocas de auge o de crisis.
Según el Gerente del Banco Central, a fines de agosto próximo se tendrá lista la nueva metodología para calcular las tasas de interés, que se aplicará desde el 1 de octubre.
En lo fundamental, los techos a las tasas de interés se eliminarán y en su reemplazo se aplicará un sistema de bandas, con el fin de evidenciar el riesgo de cada cliente. En la actualidad hay muchas personas que han quedado fuera del sistema financiero porque la tasa de interés máxima no es suficiente para cubrir los costos del crédito.
Con el nuevo sistema de bandas se permitirá cobrar una tasa mayor a los clientes de mayor riesgo, quienes hoy acuden al chulco y pagan tasas muy superiores a las máximas en el sistema financiero formal.
Pero la nueva metodología no es suficiente. La tasa de interés no solo está determinada por el riesgo en la concesión del crédito. También hay costos generales administrativos, de fondeo e impuestos, además de un margen de ganancia de las entidades financieras por el trabajo de intermediación.
Para bajar este último, por ejemplo, se requiere que se reduzca el riesgo país, que el viernes pasado cerró en 782 puntos.
En materia de impuestos, el Gobierno decidirá si lo incluye en la reforma tributaria que presentará próximamente, mientras que los costos administrativos dependen en buena medida de la eficiencia de las entidades. La llegada de capital extranjero -a través de la venta del Banco del Pacífico- puede poner más competencia en el sector.