Los datos constituyen para el siglo XXI lo que fue el petróleo y los avances en la tecnología de refinación en el siglo XX. Por esta razón, tanto los países como las empresas están en una competencia constante para procesarlos de manera más eficiente, más rápida y con una mejor interpretación de los resultados. Desde inicios del siglo XXI hemos visto avances exponenciales en todos los campos de la tecnología de la información.
Entre estos avances destaca la computación cuántica, que rompe con los esquemas tradicionales y abre nuevas fronteras en el procesamiento de datos. Sin embargo, en esta ocasión queremos abordar otro tema de igual relevancia: “la computación a exaescala, una tecnología que redefine las posibilidades del procesamiento de datos gracias a su velocidad casi incomprensible.”
La computación a exaescala que analizan y resuelven 1 000 000 000 000 000 000 de operaciones de coma flotante por segundo (FLOPS) o sea 1000 trillones de cálculos por segundo. Este nivel de capacidad se posiciona muy por encima de las tecnologías existentes hasta ahora.
Un ejemplo destacado es la última creación tecnológica de Alphabet-Google, una empresa líder en desarrollo tecnológico que, gracias a este avance y al uso de la inteligencia artificial, abre nuevas oportunidades. Este sistema permite desarrollar modelos matemáticos avanzados sobre el cambio climático, acelerar descubrimientos en ciencias médicas y farmacológicas, y personalizar tratamientos médicos basados en la genética de los pacientes.
En el ámbito de la medicina, esta capacidad transformadora puede analizar interacciones moleculares complejas, identificar medicamentos más efectivos y optimizar tratamientos personalizados. Esto significa que los pacientes recibirán terapias más precisas, mejorando tanto la eficacia como la rapidez en los tratamientos. Además, en las ciencias de la vida, la computación a exaescala acelera el desarrollo de nuevos fármacos y terapias revolucionarias.
El impacto de esta tecnología no se limita a la medicina. Los supercomputadores son modulares, con diversas opciones de procesamiento, con una sola infraestructura de gestión y desarrollo de las aplicaciones y son capaces de responder a las preguntas de investigación más complejas del mundo. En el campo de la inteligencia artificial (IA), el procesamiento de datos a esta escala permite trabajar con conjuntos de datos más complejos y reconocer patrones más profundos. Esto es esencial para áreas como la robótica, la movilidad autónoma y otras aplicaciones que requieren toma de decisiones rápida y precisa.
En la investigación espacial y la astrofísica, la computación a exaescala abre puertas a avances significativos. “Es posible modelar procesos complejos, como la formación de estrellas y galaxias, identificar planetas fuera de nuestro sistema solar e incluso abordar preguntas fundamentales sobre la formación del universo.” Asimismo, en física de partículas, esta tecnología permite avanzar hacia la obtención de energía limpia a partir de la fusión nuclear. En 2022, se alcanzó un hito en esta área al generar más energía de la que se inyectó al sistema durante un experimento, lo que marca un progreso significativo hacia un futuro energético sostenible.
Sin embargo, no todo son ventajas. Uno de los mayores retos de la computación a exaescala es su consumo energético, que supera por varias órdenes de magnitud al de tecnologías anteriores. Este nivel de demanda requiere no solo una infraestructura robusta de generación renovable, sino también sistemas de transmisión y distribución capaces de sostener estos volúmenes de energía. A medida que estas tecnologías avanzan es crucial desarrollar soluciones sostenibles que equilibren la capacidad tecnológica con el impacto ambiental.
El futuro de la computación a exaescala promete transformar profundamente la sociedad, en todas las actividades del ser humano. Sin embargo, el verdadero desafío será garantizar que estos avances se implementen de manera sostenible, aprovechando su inmenso potencial sin comprometer los recursos del planeta.