Auschwitz, el recuerdo de la barbarie

El 27 de enero de 1945, las tropas rusas entraron en Auschwitz. Es quizá el recuerdo más desgarrador de la II Guerra Mundial.

Allí, un millón de seres humanos cayó víctima de la atroz matanza nazi. Los más eran judíos, gitanos polacos, soviéticos, húngaros. En el gigantesco complejo, compuesto por 45 campos de concentración, el poder alemán nazi descargó su furia y su odio.


Miles de detenidos fueron acarreados como bestias salvajes y seleccionados, unos cuantos aptos para el trabajo fuerte. Mano de obra esclava del Führer. Los demás iban hacia los hornos del horror y la muerte.


Una publicación de El País digital da cuenta del rescate de 193 fotografías tomadas por agentes de las SS. Allí se retratan los rostros nunca vistos de los seres humanos sacrificados. Los familiares de varios de ellos ayudaron a su identificación.


El tenebroso Álbum ya se encuentra en museo del Yad Vashem, en Jerusalén. Entrar en él, que pretende dejar huella de la historia macabra para que nunca más se repita, demanda de un temple especial. Allí, con singular habilidad, las generaciones de judíos y habitantes de todo el mundo pueden advertir con una potencia admirable, los espacios ocupados por los miles de sacrificados.

Las estaciones de trenes y los vagones, las barracas inmundas con los camastros de madera, las cadenas, los trajes con la estrella de David bordada y las fotos de los tatuajes de seres numerados. Miles de fotografías, ropa, maletas y algunas libretas de apuntes constituyen la lúgubre colección que rompe el alma en la visita. 


En sitios especiales se colocan miles y miles de fotos de las personas muertas. 
Un ser sensible sale con el alma destrozada. Y cada vez que un personaje de talla mundial rinde allí un homenaje y deja una ofrenda floral frente a la llama encendida, el alma se vuelve a encoger. Allí estará este Álbum, nuevo testimonio del horror conocido en la fecha de conmemoración de la liberación de este símbolo de la ignominia.

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